Index . a nutrir paisaje protegido mirando por:

Cap I

Ecología de ecosistemas e hidrología urbana . 20 preguntas

confesiones . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 . 12 . 13 . 14 . 15 . 16 .

Dinámica horizontal en humedales: esteros, bañados, meandros, cordones litorales . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 .

Cap II

Patrimonios en ámbitos rurales, confesiones .

17 . 18 . 19 . 20 . 21 . 22 . 23 . 24 . 25 . 26 . 27 . 28 . 29 . 30 . 38 . 39 .

El paisaje construído en Al Maitén . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 .

Cap III

Paisajes culturales . 31 . 32 . 33 . 34 . 35 . 36 . 37 .

Cap IV

El timón 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 . 12 . 13 .

Cap V

Leyes particulares . introito . 0 . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 . 12 . 13 . 14 . 15 . 16 . 17 . 18 . 19 . 20 . 21 . 22 . 23 . 24 . 25 . 26 . 27 . 28 . 29 . 30 . 31 . 32 . 33 . 34 . 35 . 36 . 37 . 38 . 39 . 40 .

Cap VI

Paisajes interiores

Inmanencias . 1 . 2 . . La viga de cruce . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . . Joaquín Lera . . jubileo . . creación . . intangibles . . Carlos Lohlé . . Guillermo Roux . . César Pelli .

 

Patrimonios paisajísticos: en arte y memoria particulares

Confesiones, que aprecian bajar a la voz "abstracción", del globo del Asesor Gral de Gobierno

De lo abstracto en general, sin soporte en lo particular

De una larga década de expresiones; que brotando de un hombre concreto tal vez alcancen a esta voz, otro asidero

 

La simple perspectiva emocional que regalan en una ontología, ya no del lenguaje, sino del habla, esos sonidos que emite nuestro aparato fonador cuando gruñimos o cuando queremos con fuerza, anticipan, aun siendo tan elementales, principios más ricos y fuertes que los que revelan, incluso, las formas más arcaicas del lenguaje.

Que luego, merced a los huertos del habla, regalan sus frutos entrecruzándose y uniéndose en internalización de sacrificios, cultura y afectos.

El jardín, en la simple visión decorativa que hoy tenemos de él, podría ocultarnos así, los esfuerzos impresos en los huertos: esos pequeños recintos cultivados cercanos a cada hogar, que luego en prados se extendieron.

Poca plenitud descubrirían los jardines, olvidando los huertos primigenios. Cimiento de infinitos capitales de gracias.

Cómo no apuntar a capullos ancestrales cuando se habla de patrimonio histórico, a la identidad de aquellos que "elevaron con esfuerzo", resaltando lo que conforma el "presente" histórico en el hombre. Su sistere, su istor, su persistir, su insistir, su consistir.

Así nacía el habla, cual huerto profundo, una y otra vez labrado

Jardín y huerto proceden de la misma raíz indoeuropea *gher que refiere del cercar, de lo que está en un recinto; y de alguna forma cultivado, labrado, protegido.

Que luego serán, con nuevos instrumentos, los verdes prados, los campos cultivados y trillados.

sánscrito grhá: "casa"; albanés garth y lituano gardas: "redil"; alto alemán antiguo gart: "círculo, corral"; anglosajón geard: "cercado"; islandés antiguo gardr: “cercado”

1. Vocalismo o y sufijo:

*ghord-dho: cercado

A. Germánico *gardaz garden

B. Latín hórtus huerto, Fr. jardin

2. Grado cero, con prefijo y sufijo: *ko(m)-ghr-ti

Latín cohors [prep. cum: con]: recinto, grupo, cortejo. De aquí corte, cortejar, cortesía, cortesano.

Inglés orchard; Gr. orchatos; Inglés antiguo ortgeard: del latín ort y recinto geardyard; Alto alemán antiguo gart.

De esta raíz *gher devienen otras vertientes. Una de ellas tiene que ver con el brillar.

Otra variante de *gher relaciona con el rascar, el arañar

grado cero y alargamiento: *ghr(d)-k-

Gr. carakter marca, carácter distintivo, instrumento grabador

Latín character signo mágico, máscara

Por último, esta raíz *gher tiene que ver con el querer, el desear.

1. Con alargamiento *ghre-

Gr. xre: lo que resulta necesario, lo que merece consideración

2. Grado cero y sufijo *ghr-ta-

Latín hortor estimular, incitar

3. Grado cero y sufijo *ghr-i-

Gr. Xaris madre de las Gracias

Sánscrito: haris: prado

Mucho de lo que expresa de vida un jardín, refiere del alma y los esfuerzos de sus dueños.

En su expresión: lo más sublimado de todos sus secretos. Secreto, aun, a sí mismos.

Así todo noble jardín. más allá de la cortesía que prodiga, vela secretos que afloran mimetizados en mil encantos llenos de espíritu. Mimesis que excede con creces, lo propio conciente de una simbolización.

Esfuerzos y cuidados, que tantas veces sorprenden aplicados en el marco de sostenes exteriores, con velada divina protección.

Revelándonos y revelándose más allá de nuestros sueños.

Tarea que pareciera gozarse en actitud contemplativa por terceros, pero que a su dueño, con temple activocabe darse a labrar.

A tanto activo, que sus obras en él siempre superan su cansancio.

Y sus sueños premio son al afecto depositado en sus esfuerzos.

El jardín, que en su nobleza guarda mayor secreto, reconoce en ese mismo secreto a un conjunto de espíritus creadores, que a lo largo de los siglos se hospedaron en él y en aquellas almas cuyo desconsuelo sólo podía ser contenido y armonizado en trabajos en contacto pleno con la Naturaleza.

Espíritus que pertenecen y permanecen en el lugar. Espíritus que aunque desconocidos, un día pisaron este mismo suelo y lo habitaron.

Sin su auxilio en nuestros ánimos, no habría en el jardín sostén, ni resultados.

Cuando un jardín exibe estas energías, es histórico y sin duda vernacular. Pleno en identidad.

Aquí lo histórico viene a resaltar, no ya su antigüedad, sino los afectos que durante siglos "con esfuerzo se elevaron"; para añadir espíritu, evocación y emotividad, en donación, aunque lejana, perdurable y diaria.

La dimensión del pasado aflora sutil a través de aquellos que permanecen ocultos a nuestros ojos, pero no menos laboriosos en los tejidos del alma; para animarnos a construir, enriquecer y sostener este tan particular regalo, que renace cada día vivo, transformándose en paisaje atesorado.

"Esta tierra es bastante para darnos la sustancia eterna" nos decía Juan Ramón.

Simone Weil en su "Conocimiento sobrenatural" estima que "la vida humana tiene como finalidad elevar arquitectura en el alma".

A tales fines, San Buenaventura mucho antes recomendaba: plantar paraísos: uno celeste y otro no menos importante, terrestre.

Los temas de la internalización e introyección, que un día alcanzan a prodigarseñales para la localización del alma, han sido acariciados por discípulos de Jung; entre ellos James Hillman, quien refiere de las actitudes del alma, percibiendo vida psíquica dentro de la vida natural.

"La vida natural deviene cáliz contenedor en el momento mismo que la percibimos sosteniendo significancia interior".

"El alma crea cálices por doquier, en donde sea, internándose".

"Y es la fantasía lo que da sentido a este quehacer". "Fantasía no es meramente un proceso interior yendo dentro de mi cabeza, sino una forma de ser en el mundo, devolviendo alma al mundo".

"La noción de crecimiento complementa con la noción de crecer hacia abajo, o arraigar en la tierra y quedar conectado a ella, en orden a que el individuo crezca aún más".

A su vez Heráclito nos recuerda que Fusis, la energía floreciente de la vida, la Naturaleza como más tarde la traducen, ama el encriptarse.

Por cierto, esta fusis habla de lo más hondo de todo lo que florece en nuestras vidas. Pero cuántos correlatos se nos regalan a cada instante en la simple Naturaleza. Cómo obviar el camino abierto en toda fantasía, para asistir a suscitar en ámbito soñado, nuestros indecibles. Y por esa particular discreción: "estéticos".

 

Cuánta esquizofrenia ha encontrado armonización en un pedazo de suelo, manifestándose laboriosa en particular privacidad, afectividad y espontaneidad.

Por ello, cuántos secretos ha hospedado mi jardin. Y cuánto azar me ha regalado. Cuántos relatos se han cruzado de su pasado en mi camino.

Toda esta ensimismada situación de correlatos, no sólo es espontánea, sino creciente y sostenida en ánimos cada día; excediendo con creces el marco discernidor de una "autenticidad".

Que siempre será, al menos en mi caso, vernacular.

De un terruño que excede mi localización actual.

Buscando sin gastos en conciencia, de reproducir ámbitos y paisajes ancestrales. Tardías un día llegan estas percepciones a conciencia.

En tanto, sólo ojo dulce, mirada repentina. Que en lo agreste y salvaje descubre lo más fuerte e indomable de estas tierras y sus espíritus.

Vivencias que hospedo de ellos.

 

La vida en el jardín no sólo descubre nuestro sustento. También descubre nuestras preocupaciones. Que tras larga permanencia en el entorno, generan advertencias de pérdidas incontrastables; que ya no refieren sólo de la sustentabilidad de la ciudad, sino de las mismas áreas rurales.

Es imprescindible enfatizar el valor de todos los respetos legales mínimos, que tenemos hoy negados en su administración en nuestra provincia de Buenos Aires.

Una perseverante y solitaria tarea en 58 meses de labor, distribuyendo más de 15.00 documentos en 26 expedientes administrativos y penales arriba hoy a su archivo, dispuesto por un fiscal de cámara que sin investigación mínima alguna, bloquea y con su comportamiento expresa, poderes que en el hombre de Occidente se instalan para arrasar con lo mismo que lospoetas, las leyes y las aves sostienen enamorados de los suelos.

La ley de preservación de desagües naturales, 6253/61 y su decreto reglamentario 11368/61; y el art. 59 de la ley 10128/83, referida a cesiones de áreas ribereñas, siendo instrumentos muy claros de aplicación, son archivados por oscura "inaplicabilidad". Tántas las presiones y tántas las distancias con lo que alguna vez previeron nuestros legisladores.

No podría en este contexto extenderme, pero sí solicitar alientos que acompañen y descubran estos primarios intereses patrimoniales, que aun permanecen velados a la consideración incluso de los profesionales de la arquitectura y la agrimensura en nuestro país.

En nuestra llanura pampeana, erario del porvenir de los más ricos paisajes vernaculares en inmediata cercanía a nuestras urbes, los fondos de cañadas no sólo conforman extensos valles de inundación, sino que allí mismo están inscriptas las únicas previsiones de espacios verdes comunitarios para regalar asistencia a nuestros cinturones extraurbanos. También allí las más ricas topografías.

El valor que tienen las parcelas rurales en inmediata cercanía a las grandes urbes, no podría ser magnificado tanto como lo será el futuro de nuestras ciudades. Estando allí su compensación.

Los criterios con que nuestro preciado Código Civil descubre a las parcelas rurales, merece ser atendido y modificado con muchísima más urgencia y preocupación, que la mismísima carta de Florencia.

La caridad empieza por casa.

Protegiéndolas mediante nuevas consideraciones en él, en términos catastrales y fiscales, amén de los valores que se resalten culturales.

Las previsiones de preservación de las áreas rurales deben crecer al mismo ritmo que los negocios que se pretenden hacer con ellas.

Acentuando las referencias a aquellas áreas que por su estado virginal, paradojalmente protegido por crecientes basurales, alcancen a ser descubiertos en su incomparable valor, antes que echen mano los mercaderes de suelos.

Ésta es nuestra tarea inmediata. Resaltar el valor de esos patrimonios, protegiéndolos con los marcos legales existentes, cuya aplicación necesitamos todos en conciencia de contribuir a sostener.

Esta referencia a la conciencia viene a cuento por la cantidad de "compromisos" que tantos profesionales dejan en el camino en atención a sus clientes.

Los colegios profesionales, incluídos en particular los escribanos y agrimensores, deben actuar con más sinceridad interior e información; y de aquí su respeto y solidaridad a las normas de uso del suelo y a los más elaborados ordenamientos territoriales que caben aun comenzar a elaborar. Tal el caso de Pilar, por dar ejemplo.

Ningún jardín querría jamás desentenderse de su entorno, aunque las miserias de éste más lo califiquen. No nos hagamos los desentendidos cuando hablamos por ellos. No alcanza con lirismo.

El paisaje, será un día siempre próximo, algo más que teatro de la humanidad; será hogar y humus para más sustentadora creación.

Las vivencias del huerto siempre sostendrán donde haya abismos, extraordinarias armonías. Ocultas mercedes a vidas más sencillas y profundas.

Francisco Javier de Amore Hortu

26/12/2001

 

De mi jardín, o del jardín al que pertenezco.

Siguiendo un sueño en la noche de reyes de 1980, accedí a él.

Luego sobrevendría una noche más oscura que la visible en el cielo, catapultándome a él. Aquí empecé, resuscitando a vivir.

En las primeras cartas de altimetrías del IGM de 1906, ya figuran dibujados sus cuadros arbolados.

De antiguos vecinos llegaron noticias de un lugar al que llamaban "la Catedral". que ya en 1915, se descubría extraordinario.

Cuando la esposa de Guillermo Roux vió este lugar, luego de extenderse en el suelo con los brazos abiertos, exclamó: "ésto sí merecía estar en el Palazzo Grassi"; recordando el atrio del ahora museo veneciano, en oportunidad de celebrarse en él la gran muestra europea de arte celta.

300 árboles de más de 125 años.

200 de alrededor de 60 años.

Y 700 plantados por mí en 1980, amén de 2000 arbustos.

Entre los primeros se cuentan eucalyptus y casuarinas.

Entre los segundos: acacias, plátanos, fresnos, aligustros cinereas, moreras, paraísos.

Los últimos, de gran valor ornamental fueron adquiridos en Van Heden, asesorado por un anciano trapense, licenciado en artes en la universidad de Yale, quien había trabajado en la forestación de la trapa de Pablo Acosta y durante años en el jardín zen del claustro.

Sobre un plano de urbanización se diseñó el plano de forestación y se procedió a implantar muy noble arboleda. Rica en especies y colores, que en los últimos 10 años se reforzaron con Robinias Frisia, fresnos y robles del pantano en áreas nuevas.

Sus alturas oscilan entre los 10 y los 30 metros. Muy elevados sus volúmenes, al concentrarse en tan sólo 8 hectáreas.

Hace 10 años se adicionaron 4 hectáreas y se conformó un espejo de agua de 3 mts de profundidad y aprox. 1,5 hectáreas ; generando de ello grandes movimientos de suelo que consolidaron un parque ya muy antiguo y enriquecido.

Unas pocas construcciones, cargadas de la mayor identidad, completan esta expresión vernacular que remite a mi ancestralidad.

Cinco esculturas de 3 a 10 metros de altura alrededor del espejo de agua, remiten a vivencias abismales hospedadas merced a este lugar y a mi trabajo en él.

El entorno, por siglos rural, estalló en los últimos tiempos en un cerrado cinturón de barrios cerrados, que en muchos casos ni siquiera dejan previsoras calles perimetrales entre ellos.

Invaden con obras permanentes los valles de inundación, sin apreciar ninguna previsión, ni advertencia legal o administrativa.

He delimitado con precisión en mis denuncias, un hermosísimo valle de inundación llamado por los pilotos de Garay: "el valle de Santiago". Y conformado éste, por dos cañadas paralelas, separadas por distancias promedio de 700 metros, corriendo a lo largo de 5,5 km antes de unir su curso.

Es aquí donde podemos descubrir un parque central incomparable para asistir las necesidades de estos mismos núcleos urbanos, cuyas previsiones de espacios verdes comunitarios, a excepción de un sólo caso, no superan los 6 m2 por habitante.

Hoy, este valle apenas ha comenzado a ser bastardeado. Urge por tanto, sin dilaciones su rescate.

Tenemos legislación. Pero mezquino respaldo político y mucha agresión comercial. Por ello, tampoco administrativo, ni de gobierno, ni judicial.

Así es la Argentina.

Sin acciones concretas no habremos de sembrar y contagiar nuestras emociones. Sin trabajos perseverantes en la administración pública y en la justicia, no habremos de establecer acuerdos que encaminen tanta polémica.

Si el jardín histórico y la elevación de esfuerzos que hacen la historia, fueran sólo cuestiones dialécticas, jamás habría Sarmiento empuñado una pala y lidiado con ella.

Eso mismo durante 21 años he hecho.

Y estimo que los que me antecedieron con su trabajo en esta tierra, si estigma de pobreza conocieron, éste, en emblema de trabajo perviviente sostuvieron.

Me asistió el azar un día, para enterarme de la presencia en estas tierras de una misma huella de vida familiar, que la habitaron desde 1695 hasta 1936.

Éstos a su vez las habían recibido en donación de quien las poseía en heredad desde principios del 1600.

He cruzado el umbral de su reconocimiento y habitosus tierras.

Francisco Javier de Amorrortu

 

De vigías olvidados y paraísos perdidos

Nuestro habitar

A mis Musas Estela y Alflora

A Manu, Julián y Renata, que siendo la última en mencionar, pudiera ser la guía.

A J.Z., C.R., J.J.P. y E.R.G., hoy presentes en mis humores.

A nuestros Padres, nuestros Hijos, nuestros Nietos y nuestros Amores; que sin ellos amasaríamos el mismo enorme capital de gracias en dolores que amasaron los vigías; que aun hoy nos identifican y desde ancentrales lejanías nos convocan a vivir y permanecer en cercanía.

A Julieta Luro Pueyrredón, a quien debo todo lo construído poeticamente en esta antigua isla; desde el primero hasta el último de mis ladrillos.

Caricias que confirman que en todo habitar está presente, aunque estuviera ausente, el vínculo inspirador del alma femenina.

 

¿Qué va de la ausencia a la deseada presencia?, sino un impulso sostenido que aviva una y otra vez nuestro deseo; que una y otra vez busca energía para elevar esfuerzos, en callados suelos.

Amor propio profundo que conoció el eremita secreto que en todo ser humano habita. Célula que nos identifica y vigía que la savia oculta hasta los tallos verdes guía.

Que no todo es fotosíntesis; que también lo invisible participa.

Así introduzco la solicitud que Manu Bullrich ayer me hiciera para asistir a sus amigos Renata y Julián, dispuestos estos a hacerme un reportaje que fuera de utilidad introductoria a su compartida video-tesis de graduación.

Tesis que había recalado en la obra de Ítalo Calvino “Ciudades invisibles” para dar correlato de base a su inventiva y a sus tareas.

Este autor a su vez recala en un par de personajes: Marco Polo y Dublai Khan, cuyos rasgos personales y sus idiosincracias nos regalan contrastantes y muy importantes referencias del comportamiento gregario que nos cohabita

Al primero le cabe consolar al segundo en sus desilusiones. Lo que este conquistador había ordenado construir, ya estaba camino de la ruina. Las escalas de su imperio y los modos de sus pretensiones ya habían completado su ciclo.

Y es así que al viajero Marco Polo le cabe en suerte describirle a este Kahn la femenina suerte de 55 ciudades que desde todos los puntos de vista del alma reflejan en ciudades y villas, nuestra condición humana: amores y desamores junto a matriz arquetípica

Es así que volvemos, como en el pasado, a oir hablar de la ciudad celeste y la terrena; de todos los sueños y de todas las desilusiones.

De los que mandan; de los que proyectan; de los que ordenan; de los que de tantas formas participan en conciencia pretenciosa o crecida, y al instinto gregario de mil formas excitan.

De los que miran, analizan, comparan y dibujan las resultantes de ideas, propias y prestadas.

De la inmensa mayoría que habita y en silencio participa.

De los pequeños y grandes desarrollos. De los justos e injustos desarrollos. De sus destinos truncos, mutantes, alterados.

De las idiosincrasias de sus habitantes.

De los destellos personales.

De sus antigüedades. Desus insistencias; que incluso en juventudes reflejan sus ocultas inmanencias.

De sus existencias; reflejando tantas alteridades que las enriquecen; comunicándolas y alcanzando a licuar los excesos de idiosincracia que pudieran hacer oposición a estas aperturas.

De sus sufrimientos; fruto de tantas venturas que las ilusionan; y luego de hospedadas caen un día en desventura.

Infiernos, que a todo paraíso califican. Y más allá de relajadas las hebras de amor que un día sostuvieron autoestima, ven al amor propio cauterizar heridas.

Toda la condición humana aparece en la mirada de Calvino enriqueciendo cosmovisión a través de este Marco Polo que hubo de pagar con siete años de encierro, la comunicación de sus experiencias concretas; que aun escapando de los abismos intransferibles de las vivencias, no logró evadir dificultad por acercar relato de existencias desconocidas.

Tan concreto como lo sucedido a Galileo.

Hoy no sostenemos estas dificultades, porque la comunicación global acerca a todos los pueblos y no hay forma de evitar la incorporación a destinos compartidos.

Medio centenar de formas femeninas; seducciones y complicaciones humanas consabidas van una tras otra acercando paradojas a una intención estructuradora que no se agota en estructuras; ni se pierde a pesar de infinidad de desventuras.

Los antiguos límites que ponían freno a desarrollos, van siendo superados para ver aparecer otros que aun esquivos, todavía demoran en ser reconocidos.

Así. el gran arte del urbanismo reclama una y otra vez prudencia a proyecciones que nunca superarán amor de habitaciones.

Amor de habitaciones que un día reconoce la antigüedad de sus raíces, en el desarrollo de las fusiones.

Tal el caso de la idiosincrasia porteña que preciada por siglos sus raigambres europeas, hoy ve superadas sus creencias con mayorías que un día fueron los primeros en habitar estas tierras.

Pueblos que siempre estuvieron ligados a la Naturaleza y que hoy, a pesar de extendidas pobrezas ya dejan trascender su amor por ella.

Francisco Javier de Amorrortu, 21/5/2010

 

Regalo de Reyes.

Terruño, hogar y lirio desde locura.

¿Cuál es la historia de esa Ikurriña gigante que se eleva en la fachada de un caserío vasco a 45 kilómetros al norte de Buenos Aires?

Todo empezó con un sueño en la misma víspera de Reyes de 1980.

Francisco Javier de Amorrortu soñó que debía comprar un "campito". Y lo hizo. Esa misma mañana del 6 de enero salió a ver propiedades. Y la primera que vió fue una ex fábrica de pirotecnia de 10 hectáreas. Varias explosiones se habían cobrado sus víctimas. Cientos de eucaliptus y casuarinas centenarias habían sobrevivido y de alguna forma sus memorias y otras tantas vidas celebraban. Se sintió identificado. Y de inmediato, sin análisis alguno, decidió comprarlo. Para embellecerlo, diseñó el paisaje con su amigo, el monje trapense Amadeo Peck. Plantó 2500 árboles. Y luego cayó en ausencia por un año.

Había comenzado a sufrir, lo que sería por muchísimo, la gran crisis de su vida. Tenía 37 años. Perdería su familia y su trabajo. De esa desestructuración a la locura sólo había un par de pasos adicionales. Durante ese tiempo estuvo internado en dos psiquiátricos. Ya estaba loco y empequeñecido como un niño. Le dianosticaron delirio místico. Lo medicaron durante seis meses; entró en inanición y consiguiente depresión. Luego, por intervención providencial de una ex monja, escapó a la ingestión de medicamentos. Volvió en sí y contra la opinión de los psiquiatras y de su familia, volvió al Campito. A poco, ya estaba acompañado de abuelitas y abuelitos. Se sentía cohabitado. Se diagnosticó esquizofrenia; permaneciendo en máxima discreción durante los largos años de armonización. Ya sabía cómo y por qué callar.

 

Despertares

"Cuando vine a este lugar -relata Francisco- sentí, aun muerto, ese único deseo. Este espacio de naturaleza "virgen" tan cercano al de los afectos que perdía, me regalaba, aun lentísimamente, a través de los sueños y deseos instalándose en trabajo concreto, la posibilidad de armonizar la más sentida, hoy tan valiosa esquizofrenia"

Paupérrimo, sin recursos, se alimentó a papa y cebolla. Con dos chicos de origen portugués hizo una enorme huerta. Todo el dinero que conseguía lo gastaba en ladrillos. Empezó a construir. Poniendo ladrillo por ladrillo, sin pensar en nada más que en elevar esfuerzos. El ánimo para trabajar le llegaba cada día a partir de los sueños que se hacían vigilia al amanecer.

Cada despertar es para Francisco Javier un momento sagrado. En ese tiempo, los afectos que lo cohabitan, lo orientan y animan. En los primeros años fue la abuelita Angela Roncoroni. Luego lo fue la abuelita Estela Livingstone. Ambas, abuelas paternas de su primer y segundo amor. Por cierto, también sus abuelas vascas y gallegas, en mil pequeños alientos, con gran discreción acompañan al igual sus azares. Sus abuelos, por el contrario, "no parecen ser viento, sino callada y más oculta savia y cimiento". "Dioses lares" que todas las mañanas le dictan su ánimo y le preparan las espaldas.

 

Obra eurística

Sin planos, otros que los que descubren estos espíritus cargados de la más apropiadora identidad, ha construido ya cuatro casas y a los 60 años va por los techos de la quinta. Cuando le preguntan cómo lo hizo, responde- “jugando, sacando frutos de la seriedad, como un niño que construye castillos en la arena".

"Los valores agregados, por más que se observen obras de ingenio y eros; esculturas; forestaciones; y un gran espejo de agua, han surgido, ya no del campo visual del diseño y la cordura, la razón y demás ortodoxias; sino de la misma locura", afirma Francisco.

Moviendo la tierra y recreando en miniatura y sin saberlo las ondulaciones que su inconciente recordaba de Vizcaya, logró que esta pequeña parcela rural luzca hoy como una torta de bodas.

Pero lo que más llama la atención, más allá de esta "estética" que le permite asistir a suscitar sus indecibles, es cómo un hombre que mide 1,72 metros y pesa 52 kilogramos pudo levantar solo, semejantes obras. Se regodea al decir que nunca entró al Campito un albañil, ni un cementista, ni un techista, ni un herrero, ni un pintor, ni plomero, ni electricista, ni gasista a sus construcciones. Ni siquiera un parquista le saca de mantener su prado a gusto. Sólo hoy dos jóvenes ayudantes, medio día, tres veces por semana, le acompañan.

Sin más recursos que unos pocos pesos al mes, este hombre tiene ánimo millonario. Nunca tuvo presupuesto para su trabajo que superara lo que en el Presupuesto General de su Nación se establece para el mantenimiento de los presos o los locos. Insiste en que todo le es de mil formas, sutil y espontáneamente señalado. En especial regalado: los alientos y cimientos para cada día. Y la locura le abrió el cuerpo y el alma a esta bendición.

 

Homenaje a los seres queridos

Todo lo realiza por afecto. "Desce hace 22 años, -se precia-, no muevo ni un pelo por dinero". Tuvo la suerte de que su familia lo ayudó a construir su formación y amasar durante 18 años el erario de fortuna que más allá de embargado, logró aprovechar.

Cuando compró "el campito" decidió llamarlo "Al Maiten". "Que intenta decir -explica-: a los más queridos".

Hace 20 años, su familia, preocupada indagaba en sus intenciones. Él sólo sabía que quería construir un lugar para reunir a sus afectos en cercanía.

Así, su primera obra fue una pileta de natación para atraer a sus tres hijos; por entonces, adolescentes. Allí se pasó 22 meses en cuatro patas; hasta que se formaron callos en sus rodillas.

Esta enorme obra, con forma de gran corazón, ya da testimonio claro de su locura.

Más de uno, embelesado por sus creaciones, ha querido comprarle o contratarlo. Siempre se ha negado. Hasta se ofende si le ofrecen dinero, porque dice que el afecto no tiene precio y que su incentivo, por ende, tampoco.

El suyo es un lugar para los que en cercanía le han sido dados a amar. Entiende que "el campito" le ha sido dado en cuidado. Sabe, después que el azar lo llevara a investigar, que esas tierras pertenecieron por 336 años a sólo dos familias; ambas de origen portugués. La de Amador Baez de Alpoin, estima desde 1601. Y luego Manuel de la Cruz,a través de donación, que en 1712 le hiciera el vasco Miguel de Riglos, esposo de la nieta del primero. Luego sus descendientes la habitaron hasta 1936.

"Estos fantasmas aún aportan mucho de su identidad a la nuestra y bien me parece que nos damos poca cuenta", dice convencido Francisco Javier.

Relata que una tarde se encontró por los jardines con una señora muy arrugada y pequeñita que, muy seria, le advirtió: "No te creas que este lugar es tuyo. Te lo doy en cuidado y me lo mantienes bien limpito". Dicho ésto, se esfumó.

"El día que yo transforme cualquiera de estos bienes más que afectivos y cargados de espíritu en un pedazo de papel pintado, ya mismo les pido que me rematen por traidor a la vida"- asegura contundente.

Recuerda aquella carta que el jefe Seattle escribiera al presidente Franklin Pierce hace 150 años, cuando éste quiso comprar las tierras de los swamish: "Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es ceniza de nuestros abuelos. Y el agua chispeante de los arroyos, reflejo de sus miradas".

Con voz calma pero firme, Francisco Javier explica su animoso obrar de esta manera: "La Historia no es el relato del pasado, sino el Presente de todo lo que el hombre con sus esfuerzos "eleva". El relato es sólo una contracara de muchos olvidos. Está claro, al menos para mí, que el hombre eleva esfuerzos gracias a sus invisibles afectos ancestrales, para sus visibles afectos familiares y amicales". Toda una cosmovisión ancestrocéntrica.

 

Las casas y sus formas

La primer casa que hizo, la levantó restaurando y ampliando los restos de una vieja construcción de ladrillo y barro que había en el lugar. Fue la de huéspedes: un gran salón con veinte mesas, dos cocinas, tres baños y dos dormitorios.

La segunda obra fue su casa. Hermosa, pequeñita y austera. Ajustada a sus necesidades. Allí sueña, tiene taller y escribe.

Allí edita, imprime y encuaderna sus propios libros; y cocina también a gusto para sus afectos.

La tercera casa que levantó fue para su hijo mayor. Sin saberlo, con forma de pallaza celta. Cuando la terminó, su hijo se fue a vivir a España y el hogar estuvo sin encenderse por tres años.

Al día siguiente mismo de éste partir, sin amedrentarse, comenzó la obra más grande y pesada: un caserío vasco de 500 toneladas para sus dos hijos menores, inspirado en la forma de una gran gallina echada, cobijando polluelos bajo sus alas abiertas. Trabajó aquí 7 años y medio.

Cuando hubo finalizado, en homenaje a los esfuerzos de sus abuelos vascos, pintó una Ikurriña de 17 por 9 metros en la enorme fachada, que responde con su curva al alma celta de sus abuelos gallegos.

Sin más hijos de los que ocuparse, pasó a homenajear a la mujer que lo llenó de ánimo y amor durante los últimos 18 años. Y vió en un instante su casa con forma de mujer echada con las piernas abiertas. ¡Eureka! ¿Adivine por dónde es la entrada?

 

Huellas del afecto

Francisco recuerda que en los momentos de mayor tristeza se refugiaba fugaz en la memoria de su abuelo Sebastián, impresor y editor en Bilbao ya en 1892; alcanzando de inmediato, refuerzo y consuelo.

Que los esfuerzos diarios que éste había hecho antes en Vizcaya y después en su destierro en Argentina, junto a su mujer y a sus ocho hijos, daban fuerzas a este nieto para sostener aliento e identidad, en la soledad inicial de su propio exilio familiar.

"¿Alguien se acordará con afecto de nosotros dentro de cien años por la forma en que vivimos nuestro presente más inmediato? - pregunta Francisco- Ellos lo lograron".

Finalmente añade: "Amorrortu quiere decir Amore Hortu, Amor al Huerto". Para aclarar: "Ningún quiebre profundo reconoce mayor hospedaje e identidad que el regalado por nuestros ancestros en la Naturaleza".

Aquel regalo de Reyes que hoy es por tantas de sus mercedes, terruño.

Mercedes Aréchaga, 10/9/2002

(Seudónimo de su abuela materna, que eligió mi hija Maitena para firmar éste, su trabajo; encomienda del Director de la Agencia E.F.E. en Madrid. FJA)

 

 

Trayectoria de un burro y un colibrí

“Cuanto más sobrenatural, tanto más natural” . JK

Nace en Buenos Aires en 1942.

Sus orígenes: vascos, gallegos y catalanes. Labradores por siglos.Y un último abuelo, que en 1892 comienza su tarea de impresor.

Instalado en Europa de 1960 a 1962, estudia artes gráficas e idiomas. Adquiere conocimientos en imprimabilidad, densitometría y colorimetría. Transita 150.000 km de caminos europeos: desde Norwich hasta Palermo; desde Santiago hasta Istambul.

Vuelto a Buenos Aires, ya en en el frente de batalla de la imprenta familiar, la segunda más importante del país y atendiendo servicios gráficos durante las 24 horas, forja su experiencia y responsabilidad. Ocho años después monta un nuevo taller. En 1974 construye su casa en Highland. Y en 1975 aparece levantando un edificio de 5.000m2 en Barrancas de Belgrano, con su proyecto, dirección y administración.

Casado en 1965 y con tres hijos, es internado a fines de 1981 con diagnóstico de delirio místico.

Se le inicia juicio de divorcio y de insanía. Se le embargan por cuatro años sus bienes. Y ya cargado de los estigmas que en los campos vinculares y parentales deja la locura, se instala en soledad en una parcela rural de Del Viso que a comienzos de 1980 había adquirido. De aquí a comenzar a vivenciar esquizofrenia no hubo más que un paso.

Sin embargo, en discreción, y contenido en una isla de Naturaleza extraordinaria, alcanza tras años de vida pobre, sana y de trabajo, sin tomar jamás en 25 años siquiera media aspirina, su palpable armonización. Construye con sus manos las casas de sus hijos.

Su primer trabajo que alcanza a firmar es recién a los 50 años, tras haber trabajado dos meses en la factura de un piso, siempre de rodillas. Tan menguada su autoestima como crecido su amor propio.

En el año 2000, tras cuarenta años, vuelve a cruzar el océano para recorrer a pie durante 20 días en los montes arratianos de Bizkaia, los mismos precisos antiguos senderos transitados durante siglos por sus ancestros. Localiza tres antiguos caseríos familiares y la ermita que los nucleó por siglos en su muy dispersa vida comunitaria.

De inmediato, a su regreso, escribe su primer libro. Había quemado en 1981, 3000, atesorados. Nunca en 20 años había vuelto a leer un sólo libro. Éste, su primer libro, dedica a la esquizofrenia. A los pocos meses sigue otro sobre vivencias de identidad en marcos parentales; y luego un tercero sobre vivencias en su encuentro más fuerte de cargas de identidad, en la ermita de Bikarregi.

Recalca el uso de la palabra "vivencia" para resaltar las décadas que demoraron hasta lograr traducirse a través del trabajo afectivo, como más visibles experiencias.

Su desarrollo dialéctico permaneció a la espera de que su simple trabajo afectivo transformara sus estigmas en emblemas.

A pesar de su aislamiento, con total entrega y desinterés personal, para aportar aprecio a su comunidad delvicense, trabajó en la defensa de los valles de inundación locales, únicas previsiones legales de conformación de espacios verdes comunitarios, a través de la incorporación de más de 15.000 folios de a uno en mano, durante siete años, a 20 expedientes administrativos, cuatro legislativos y cuatro judiciales penales.

Compiló esta tarea en 13 tomos, imprimió y encuadernó con cariño especial y presentó al Gobernador de la Provincia y al Ministro de Justicia de la Nación, para conformar antecedentes de responsabilidad, amor y agradecimiento a ese, nuestro Padre común siempre vilipendiado: El Estado. Estos registros figuran hospedados en el Archivo Histórico de Geodesia, la Plata, en la Carpeta 24 del Partido de Pilar.

Toda su intensa obra de estos últimos 25 años está cargada de contenidos poéticos; bien claramente incluído, el trabajo anterior.

Estas fotografías que ahora intenta mostrar, por primera vez en forma pública, son los más sencillos frutos regalados, de los espíritus en el alma de Amor al Huerto.

Francisco Javier de Amorrortu, Agosto del 2005