Index . a nutrir paisaje protegido mirando por:

Cap I

Ecología de ecosistemas e hidrología urbana . 20 preguntas

confesiones . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 . 12 . 13 . 14 . 15 . 16 .

Dinámica horizontal en humedales: esteros, bañados, meandros, cordones litorales . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 .

Cap II

Patrimonios en ámbitos rurales, confesiones .

17 . 18 . 19 . 20 . 21 . 22 . 23 . 24 . 25 . 26 . 27 . 28 . 29 . 30 . 38 . 39 .

El paisaje construído en Al Maitén . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 .

Cap III

Paisajes culturales . 31 . 32 . 33 . 34 . 35 . 36 . 37 .

Cap IV

El timón 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 . 12 . 13 .

Cap V

Leyes particulares . introito . 0 . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 . 12 . 13 . 14 . 15 . 16 . 17 . 18 . 19 . 20 . 21 . 22 . 23 . 24 . 25 . 26 . 27 . 28 . 29 . 30 . 31 . 32 . 33 . 34 . 35 . 36 . 37 . 38 . 39 . 40 .

Cap VI

Paisajes interiores

Inmanencias . 1 . 2 . . La viga de cruce . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . . Joaquín Lera . . jubileo . . creación . . intangibles . . Carlos Lohlé . . Guillermo Roux . . César Pelli .

 

Patrimonios paisajísticos: en arte y memoria particulares

Confesiones, que aprecian bajar a la voz "abstracción", del globo del Asesor Gral de Gobierno

De lo abstracto en general, sin soporte en lo particular

De una larga década de expresiones; que brotando de un hombre concreto tal vez alcancen a esta voz, otro asidero

 

¿Es dable descender al hombre concreto?

Amor al Huerto, 2004

Por condición natural, las ideas presumirán siempre estar por encima de los cimientos y las savias.

Ayudándonos a volar más alto. Las segundas a sostener esfuerzos.

Las primeras, de fuente vincular. Las segundas, de fuente parental. Las primeras, trascendentes.

Las segundas, inmanentes.

Vuelo y esfuerzo humanos, que descubren un día trasfondos cargados de identidad, la más familiar.

Y que aun desaparecido el hombre, permanecen activos en su terruño.

¡¿Cuánto respeto por los espacios, sin embargo, aparece bastardeado por “ideas” que se derretirían en un instante si conocieran el enterrado crisol de los esfuerzos del “vigía”?!

Alcancemos respeto y aprecio a los más simples espacios naturales libres. Enmarcadores de sueños que no necesiten conocer cementos, sino algunos recuerdos a esparcimientos y trabajos poéticos.

 

A través de llamada telefónica intenté relacionarme con algún profesional del CEPA para tratar de intercambiar criterios sobre algunas proyecciones que cabrían respecto de los jardines históricos.

Quien me atendió, luego de escuchar me preguntó si estaba buscando trabajo.

Al parecer no fui claro y por tanto le ofrecí enviar comunicación escrita dando cuenta de mis trabajos en relación al tema que me preocupaba.

Envié por mail varios libros que daban cuenta de un muy extenso trabajo de siete años y más de 15.000 folios de presentaciones en áreas de Gobierno, Legislatura Provincial y Nacional y Fiscalías de Estado y del Crimen.

Al no recibir la más mínima señal de recepción ingresé a la página web del CEPA y aquí me entero de un concurso de ensayos. Navegué por la web para ampliar mirada y así alcancé a comprender un poco mejor la vasta tarea que desarrollan y que bien justifica la dificultad para recibir llamadas de desconocidos. Tal vez, la autoría de los ensayos al permanecer en identidad para todos velada, logre aproximar algún acceso.

Por ser un hombre concretamente desconocido, sin trayectoria otra que la de moverse dentro de su casa y su jardín, sin participaciones académicas, ni colegiaturas, ni diplomas, me resultó inevitable tratar de esquivar los mojones referenciales que parecían dificultar ingreso.

Así comencé esta redacción, que al ampliarse los tiempos de presentación hube de extender de tal suerte que necesitaría aceptaran su lectura en más de una área para dar entrada a este crecido relato que duplica los límites de una sola temática.

Después de 25 años sin apuntar a sostener otra fe que la confianza que se genera en mis sueños suscitando vigilias cada mañana; invitándome a acercar empeños; y cerrando mis ojos al ocaso realizado pensando en ellos; y así durante décadas perseverar. A ellas acompañan mis 62 años.

 

Mis trabajos han estado referidos, entre otras cosas, a la creación de un mejor paisaje rural; que hoy, por su más inmediata cercanía, se advierte la complementación que alguna vez sería de apreciar por los que miran desde los paisajes urbanos gestándose a mis lados, clonados y encerrados en paranoias que hacen las seguridades de las criaturas que habitan justo del lado interior de estos alambrados inteligentes.

Siguiendo tendencias de “american beauties” que ignoro cuáles cimientos de identidad pudieran rozar; no logro imaginar qué trabajo de transformación les alcanzarán un día para compatibilizar en ellos, en términos políticos y sociales, tan aseguradora savia.

La planificación económica, política y demás planificaciones, vendrán decididas de sus inteligencias. Por tanto cabe esperar que estas barreras de alambrados inteligentes se extiendan por doquier.

Es de imaginar, qué “tecnología” “legal” aplican a sus emprendimientos estos developers de las tierras con los más altos revalúos inmobiliarios del planeta.

Semejante tarea de necesaria reconciliación en conciencia más afinada y profunda, me acercaría a la categoría temática: A.“arquitectura”.

Advierto también la pobre proyección de desarrollos urbanísticos de la más alta categoría residencial en estos cuartos y quintos cinturones extraurbanos, que con un promedio de sólo 6 m2 de espacios verdes comunitarios por habitante en territorio de tan generosas superficies, parecen desconocer las armonizaciones que regala la naturaleza en inmediata cercanía de los hogares.

Tantas familias que habiendo edificado a 45 km de la gran capital, persiguiendo verdes sueños, terminan tapizando a desacostumbrada prisa sus soñados prados con cemento.

Y en adición, sin retorno a Natura; pues sus promotores devorando los peores suelos para los mejores negocios, asientan obras permanentes allí mismo donde la mirada protectora de nuestro Padre Estado había establecido las únicas previsiones de espacios verdes comunitarios.

Espacios destinados a crecidas poblaciones que hoy no cuentan siquiera con una miserable plaza. Y sin duda, no exagero.

Por supuesto, sintiendo en desconcertada conciencia la ausencia de cualquier diálogo entre saberes otros que no fueran mercantileros actuando con descarado cinismo a pesar de las más anticipadas y bien contundentes legales advertencias. Torpezas humanas de grandes arquitectos, empresarios, escribanos, agrimensores y funcionarios de los más altos niveles del gobierno provincial y por supuesto municipal. Y aquí tampoco exagero.

Sumergiendo sus realidades en fondos de cañadas millonarias en años y ausentes durante siglos de toda construcción permanente a menos de 200 metros de sus riberas.

La nueva planta de tratamientos de efluentes cloacales de Sudamericana de Aguas fue instalada a esa distancia y a cota 3,30 m sobre el nivel de ese suelo. En tanto, las privilegiadas casas se asientan a 15, 30 y 50 metros con cota de arranque “0”. Alguien, sin nada exagerar, está loco de remate.

Un día, sus completos anegamientosterminan siendo publicados en la portada del mismo diario La Nación (ver tapa y pág.16 del 18/4/02), allí mismo ¡váya paradoja! donde hacen millonarias inversiones publicitarias.

Y para reafirmar su caprichosa mirada urbanística, evitando incluso por todos los medios las obligadas cesiones de calles perimetrales, únicas previsiones de las futuras tramas interurbanas.

El urbanismo, así, pasa a ser cualquier cosa menos un arte.

Que ni aun perdiendo la intimidad profunda en que se gesta el arte, alcanzaría para invitar a diálogo entre saberes, repito, otros que no sean, enterarse cómo transfieren estos lobbies sus irresponsabilidades a un Padre Estado quebrado en toda su osamenta; para, sin dolor alguno formalizar una planificada escisión social que va de la mano de la misma economía de marginación.

Así pues, desvelado por la fisiología funcional, social, económica y cultural para producir ciudades sustentables en fondos de cañada, a las que las lluvias del 31/5/1985 regalaron registros verificables de anegamientos récords, urgiría de aquí incluir un diálogo de saberes más que elementales, entreactores mucho más honestos y perseverantes, que aproximen desde mayor sinceridad interior, no ya una factibilidad de manejo cíclico y autoequilibrante deflujos de materia y energía hidráulica, sino el primario respeto de la ley de preservación de desagües naturales 6.253 /61, su decreto reglamentario 11.368/61; y del más actualizado artículo 59 de la ley 10.128/83, que nos ahorran muchos prometidos y nada gratuitos juegos ingenieriles arruinando los paisajes y alterando los destinos naturales que Natura y las leyes preventivas regalan a nuestros prados.

No estoy hablando de medio ambiente, ni de sustentabilidad, ni de su ley 25.675 que aun deberá transitar por años de conciliación de intereses, de reconocimiento y aceptación de presupuestos mínimos y de reglamentación.

Estoy hablando de dos cuerpos legales de 43 y 21 años, que la Dirección de Hidráulica provincial y su director, ahora trasladado a la Secretaría de Recursos Hídricos de la Nación, han sistemáticamente ignorado para dar rienda suelta a sus sueños ingenieriles, avidos de proyectos.

Durante décadas hubo en la Dirección de Hidráulica de la Provincia un abismo que nunca entre ellos mismos lograron conciliar. La mayoría de estos ingenieros son propensos a las obras de arte para las cuales se prepararon. Muy pocos, a las consideraciones del urbanismo y mucho menos a las de la sustentabilidad ambiental, que incluyeran lo económico, lo social y cultural.

Así es, que en tiempos de cocinar el paquidérmico código de aguas ley 12.257, la disputa entre el Director Provincial Amicarelli y el Director Técnico Agabios, terminó con la renuncia de éste; no sin antes confesar los monumentales errores que se cometieron en estos sentidos.

Hoy mismo, estas cuestiones siguen siendo el primer paso a resolver. Mucho antes, incluso, que los mismos presupuestos mínimos que con tanto trabajo en el COFEMA, dicen querer atender.

La Provincia cuenta con umbrales de criterios legales tan consistentes como la misma raíz de un árbol. Pero, umbrales al fin, tan ocultos como éstas.

Y hasta tanto los profesionales hidráulicos no incorporen a su cultura estas raíces que hacen al bien común, ellos seguirán privilegiando las raíces y las savias de su arte ingenieril, por encima de cualquier otra consideración. Tan obsecados, como empobrecidos. Y en adición, empobreciendo las sedientas arcas públicas y facilitando las más torpes actividades de los lobbistas inmobiliarios, que así transfieren sus incalculables irresponsabilidades al Estado Provincial. Al tiempo que dejan sin el más mínimo consuelo a todas las poblaciones de la zona, que allí, en estos valles de inundación contaban con las únicas previsiones de espacios verdes comunitarios.

Merced a esta ciega vocación humana de perseguir prometedoras obranzas sorteando leyes, para construir finalmente laxitudes con que enfrentar las furias de Natura, el bien común cae atrapado en frustrantes discusiones e irreparable olvido.

Hace décadas y por tiempo interminable permanecerán enfrentados quienes desean modelos de concertación basados en nociones acotadas del agua como recurso y quienes aspiran a considerarlo un componente esencial ambiental.

Estas pretensiones encontradas: las del área ambiental y las del área de manejo hídrico, un día lejano quedarán resueltas por la gestión ecosistémica y por ello sustentable que aspiramos ambientar. Que si recordaran esas leyes mencionadas, se resolverían en cinco minutos.

Mientras tanto, todos los restantes cuerpos legales provinciales: leyes 10.106, modificada por la 10.968, en manos del MOSPBA o de la ADA; ley 11.723 que recae en la Secretaría de Política ambiental y en los municipios; y la ley 10.907 y decreto reglamentario 218/94, modificada por la Ley 12.459 y 12.905, en manos de Asuntos Agrarios y Pesca, dejan armado el tablero para una gresca sustentable, que sumergirá indemorables consideraciones urbanísticas en los valles de inundación, en umbrales mucho más que mínimos; a pesar de antiguos y bien concretos cuerpos legales.

Aquí, en la misma cruzada oposición de Hidráulica, en sus mismos errores confesados y en su misma desatendida defensaaparecen las huellas de socavamiento de los principios generales de la buena fe y de la doctrina de los actos propios, cincelando la tarea judicial que ponga límites a sus desconsideraciones portanto mayor bien común desatendido.

Si algo quisieran aportar de sinceridad interior a estas cuestiones, ya tienen en la precisa aplicación del artículo 20 de su mamotrético código de aguas, una tarea tan demorada como indispensable a estos nobles intereses públicos y comunitarios.

Hoy mismo está a punto de cometerse una afectación irreparableenparcelas ruralesatrás mismo del barrio cerrado Ayres del Pilar, entre los dos arroyos Pinazo y Burgueño.

Áreas que debieran ser preservadas como las más valiosas reservas naturales para estos mismos barrios que hoy conforman el anillo de bunkers más grande del planeta.

Si quisiéramos advertir qué gravedad tienen estos actos de salvataje, tan sólo imaginemos qué maravilloso sería el barrio de Belgrano, si en lugar de ver correr un arroyo entubado bajo la calle Blanco Encalada, hubiéramos visto aplicadas hace 80 años estas tardías leyes, dejando los cursos naturales de Natura para conformación de nuestros prados comunitarios y enriqueciendo compensatoriamente, en todos los sentidos, las valuaciones de todos los entornos.

A cambio, hoy conocemos licitaciones multimillonarias para silos subterráneos haciendo aportes a la vergüenza pública y prometiendo soluciones que nunca bastarán paracontener los desbordes de Natura.

Sin más detallar cuánto trabajo y mirada hube de depositar en los temas de desarrollo urbano en estos 4° y 5° cordones, siento con natural aprecio la categoría temática: B. “ciudad”

La tercera categoría, la C “del territorio y desarrollo”, resulta del mayor interés para comenzar a analizar la conveniencia de alcanzar a las parcelas rurales en inmediata cercanía a las grandes y pequeñas urbes, con consideraciones que incluyan la necesaria evolución que marcan los tiempos;

ymínimas valoraciones que asistan lasalud en todas sus especies, por el simple enriquecimiento que deviene de la contención de excesos gregarios que hoy parecenincurables.

Consideraciones que hoy no les caben en las antiguas formulaciones de nuestro Código Civil, ni en la ley de Catastro.

Sería enriquecedor preguntarle al Sr. Levi Addison Ault, cuál fue su tarea a principios del siglo XX en Cincinnati; cuántos milisegundos demoró su éxtasis en establecer vínculo de proyección elemental y perdurable; y mirar qué frutos dejó. Esta sí que es una “american beauty” para considerar.

Su éxtasis, después de un siglo, sigue en “otros” que él en secreto guía, aun activo.

En este detalle particular, cual es definir la suerte de las parcelas rurales en inmediata cercanía urbana, quiera acompañarnos el noble Vélez Sarfield, que con tanta consideración advirtió la afectividad con que se accede a estos bienes.

Me cabe así, también sentir imprescindible acariciar la tercera categoría temática.

La que sigue, es sin embargo, donde más encarnación de espíritu he sentido en mi trabajo.

No quieran imaginar cuánta, dónde y hasta dónde, pues de ellas habla con poesía, toda mi obra. Incluída, la alojada en el Archivo Histórico de Geodesia.

Así pues, por sobrados motivos me inscribo también en la cuarta categoría D: Patrimonio.

Por supuesto, coincido en que la historia no es una acumulación de datos; sino el presente mismo en esfuerzos elevados por el hombre concreto, buscando sellar aprecio entre identidades renovadas a través del vínculo. Ésto es: entre marcos parentales y vinculares.

Y así coparticipar mínimamente con ese instante pequeño que es nuestra vida, en la generación de Vida y en su fecundidad.

Ese emparentamiento a través de elevación de esfuerzo, es nuestra única conexión profunda a “identidad”. Que por supuesto, importa poco que pase por la cabeza, si antes no pasa por tripas de integridad.

No olvidar, que mis proyecciones o eyecciones, son la de un simple hombre concreto a otro simple hombre concreto. No al CEPA o alguna otra institución; sino a la persona que me está leyendo.

Aquí, tantos jardines históricos ocultos en el vasto territorio provincial nos conducen a prolongada tarea de comunicación y estímulo, para que sus propietarios tejan con su aprecio particular, desde su antigua hebra de esfuerzo familiar, la red de contención que cabe desde tantos hombres concretos generar.

Este trabajo, en muy importantes aspectos, ya ha sido por los hombres del CEPA con sus esfuerzos, considerado.

Supongo que ellos mejor que nadie intuyen cuánta tarea adicional resta cultivar.

Me imagino en parte, ocupado en ella durante los próximos años. Pues ya entrado en años advierto que un día esta parcela rural será fraccionada como heredad que alcanzará a mis hijos, con riesgo de alterar esencias y substancias, sin retorno.

Ya muy fraccionada en los transcursos de las muchas heredades de una misma familia que permaneciera en la zona durante 241 años, aun conserva 12 hectáreas con alguna posibilidad de crecer a 5 adicionales. En ellas encontramos 350 árboles de aprox. 150 años, que ya aparecen dibujadas sus entidades en los primeros planos de altimetrías del Ejército de 1905. Otros 200 ya cuentan con 60 años. Y 700 más de alto valor ornamental, junto a 1800 arbustos fueron por mí, hace 25 años implantados.

Amén de ello, sumergido en profundos descalabros, alcancé a rescatar algo de mi vida merced a trabajos afectivos, de esos que también suelen decirse: trabajos poéticos.

Apreciables construcciones de cargada identidad fueron conformando los perfiles de desarrollo que enriquecieron a este jardín histórico. Importantes movimientos de suelo lo transformaron en lo que alguno llamó “una torta de bodas”. Aquí todos pasan la plancha.

En el caso de este jardín ha pasado lo contrario; acentuando su topografía con la depresión adicional de un estanque de 1,5 hectárea y su más rica integración plástica en el paisaje.

Adicionales muestras de espíritu regalan las esculturas de hasta 10 metros de altura que lo rodean.

La tradición familiar de la familia “de la Cruz” que lo habitara por siglos, recogida a través de documentos testamentarios, sucesorios y de conciliación de agrimensuras de la que dan cuenta los extensos informes depositados en el Archivo Histórico de Geodesia, ayudan a compilar una memoria rural poco frecuente y suficiente para imaginar la posibilidad de perseguir tarea que califique al lugar. Consolidando aprecios en adicionales servidumbres de vista y de tránsito que preserven la unidad del jardín esencial, más allá de la obligada partición que un día sufrirá esta heredad.

Mi intención al tratar de vincularme a algún profesional del CEPA estuvo relacionada con estos temas en los que sospecho pudieran haber desarrollado intuición y experiencia. Y por ser, junto a la Asociación de Paisajistas y al ICOMOS, quienes acarician de vez en cuando estos temas, me pareció oportuno este intento de mínima vinculación, que más allá de esta discreta apertura, siempre estará fundada en la tarea íntima y prolongada de un hombre concreto.

Por ello, todos estos textos apuntan una y otra vez desde todos los ángulos que van apareciendo, a recalcar que la condición aislada del hombre concreto no es inválida; y su discreción nunca invalida; sino más bien, anticipa su resguardo.

Estos jardines, “el espíritu de estos jardines” como dice la Carta de Florencia, necesita ser preservado. Y la intimidad del hombre no hace sino acercarlo a la intimidad del jardín; que así es en su terruño hospedado.

Por ello, reitero, me cabe sentir con particular aprecio todo criterio que apunte al simple hombre concreto. Ninguna institución se hará cargo de este lugar. Ninguna institución se ha hecho cargo con cabal responsabilidad de Villa Ocampo. Nuestra civilidad está muy ocupada en graves problemas, demasiado urgentes. Y hoy y por muchos años, esta tarea de desarrollos poéticos y cuidados del jardín histórico, más allá de la calificación que le alcance el funcionario de alguna institución, estará a cargo de un simple hombre concreto, llamado por destino y vocación a su cuidado.

Por ello “sus” proyecciones son, si las tuviera, las propias de un hombre concreto dispuesto a continuar su trabajo de décadas sin pensar ni actuar fuera de los sentimientos que regala este concreto lugar.

Lo exterior llega a través de su cultura y a través de la mística que es propia a cada terruño. Por ello, nunca está perdida de intimidad.

Sin duda, no es en las modas, los estilos, las promesas o los mercados donde se adquieren las provisiones que ingresan al alma de este simple mortal.

Respecto de la Categoría E- ”Comunicación y formación”, al reconocer sobrada complejidad bien más allá incluso de la necesaria integridad, elijo seguir trabajando en intimidad y sinceridad interior, hasta encontrar los marcos de simpatía que me abran con confianza al diálogo de saberes.

De todos modos, recorriendo las muchas ricas intervenciones de Rúben Pesci en estos temas, aprecio acariciarlas como sigue:

....no olvidar la calidad de vida, ni confundir con cantidades de abstracciones y retóricas tecnológicas ¨...porque el urbanismo (hacer la ¨urbis¨ y la ¨civis¨) y las ciencias políticas (de gobernar la "polis" de la ciudad) olvidaron en sus doctrinas el protagonismo del hombre concreto...

 

También olvidaron que dos siglos antes que Pericles, la voz “polis” refería a los “vigías” (hombres concretos), de aquí polis-policía; y no a la “ciudad”. Y que desde el capital de gracias de los vigías, se nos convoca a vivir en sociedad.

Aquella frase de Ezra Pound: ”Heredarás, heredarás, tan sólo aquello que hayas amado” nos recuerda que todos, al día siguiente mismo de nuestra partida, estaremos cuidando como vigías, lo que en nuestro habitat hubiéramos amado.

Ésto, aunque parezca abstracto, tiene más medula, sencillez y coherencia que el caracú.

Por ello, el primer diá-logo, ésto es: lo que pasa a través del abismo del logos, es este encuentro íntimo con el vigía que nos hospeda para cultivar en nos la bondad relativa y personalísima de sus originarios sentimientos.

La diferencia entre terreno y terruño la regala siempre este antiguo meollo de sentimiento y de aquí, tantas consustanciadas destinales dificultades y bondades.

El sentimiento profundo se nutre en el sacrificio de los esfuerzos elevados. Así como el capital de gracias se amasa en desconsuelos.

Y el pensamiento profundo no necesita ser el de un picapiedras, para nutrirse espontáneo de las vivencias que estos sacrificios conllevan.

Aun así, una reflexión sobre la materia oculta que atesoran las vivencias, que aspire a un discreto desarrollo dialécticoen un muy estrecho campo visual, siempre recurrirá una y otra vez a la hermenéutica. No importa los años que hayan pasado. Es la conexión más directa y profunda, con la localización de la vivencia en la cultura.

La sensibilidad, por su parte, no necesita de la dialéctica. Aunque su adulación por un instante la emueva.

Sus enunciados suelen resultar abismales y por ende, dejados de lado por infinidad de motivos. Entre ellos: alterar cosmovisión amenazando desestructuración del uno a uno de la razón y de sus mil sistemas enlazados.

Lejos de una ontología del habla y de la creatividad que lograra asistirla, una cosa concreta y tan simple como el desarrollo público de una inventiva,por ejemplo, la de un simple transistor, necesitó aguardar cuarenta años después de su invención para que elmundo entero hiciera de pronto lugar en sus industrias y mercados. No intentemos imaginar qué lugar puede encontrar una vivencia más allá de nuestro presente interior, para aflorar creadora y recreadora, como experiencia, como transporte exterior, otro que no sea durante décadas, su poetización a través de la materia.

Para ello: “tus manos te bastarán”.

Lo más genial suele estar años, décadas, siglos aguardando su enunciación; y el cuerpo no puede esperar sin actuar.

Sin estos instrumentos, la razón, que es corteza en la pobreza inocultable de nuestra conciencia; de tantas certidumbres, prepotencias y urgencias, campea sin necesidad de poetización alguna.

Cuando referimos de proyecciones estéticas sin mayor sentido, es probable que estemos referiéndonos a la belleza, esa que tantas veces vemos aparecer como absoluto.

Al menos a mi gusto, el fenómeno estético es aquel que asiste a suscitar nuestros indecibles. Y ésto no necesariamente tiene que ver con la belleza en términos de lindo o feo; y por cierto, mucho menos con absoluto alguno.

Nunca he logrado reflexionar sobre la “estética” sin sentir mi admiración por Tetis, la diosa de lo indecible.

 

“el ambiente no preexiste, sino que se construye día a día"

No he tenido en mi larga soledad más remedio que considerar que aunque estos vigías no ex-sistan, nos regalan con los años, su cercanía.

Sin estos capitales de gracia de los antiguos vigías de cada uno de nuestros terruños, guiando nuestros pasos, no sostendríamos esfuerzo, ni paciencia, ni esperanza, ni coraje alguno.

Hay algo así en el ambiente rural que nos constituye día a día. Y es la memoria viva inscripta en los suelos conformando eso que damos en llamar “terruño”. Desde aquí recibimos, tanto el llamado de los sueños y su curso en los alientos, como el cimiento y la savia no pocas veces cargado de la más palpable identidad, moviéndonos a insistir, a resistir, a subsistir y asistir. Que el “ex-sistir”, sin ello, no tiene cuerpo ni alma.

 

" La vida como proyecto"es una reflexión sustantiva sobre el alba del cambio de paradigma (la cultura ambiental), el cambio epistemológico consecuente, y la voluntad proyectual, como condición humana esencial.

Pero...”aprender, haciendo”.