Index . a nutrir paisaje protegido mirando por:

Cap I

Ecología de ecosistemas e hidrología urbana . 20 preguntas

confesiones . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 . 12 . 13 . 14 . 15 . 16 .

Dinámica horizontal en humedales: esteros, bañados, meandros, cordones litorales . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 .

Cap II

Patrimonios en ámbitos rurales, confesiones .

17 . 18 . 19 . 20 . 21 . 22 . 23 . 24 . 25 . 26 . 27 . 28 . 29 . 30 . 38 . 39 .

El paisaje construído en Al Maitén . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 .

Cap III

Paisajes culturales . 31 . 32 . 33 . 34 . 35 . 36 . 37 .

Cap IV

El timón 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 . 12 . 13 .

Cap V

Leyes particulares . introito . 0 . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . 7 . 8 . 9 . 10 . 11 . 12 . 13 . 14 . 15 . 16 . 17 . 18 . 19 . 20 . 21 . 22 . 23 . 24 . 25 . 26 . 27 . 28 . 29 . 30 . 31 . 32 . 33 . 34 . 35 . 36 . 37 . 38 . 39 . 40 .

Cap VI

Paisajes interiores

Inmanencias . 1 . 2 . . La viga de cruce . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . . Joaquín Lera . . jubileo . . creación . . intangibles . . Carlos Lohlé . . Guillermo Roux . . César Pelli .

 

La viga de cruce

de la pluma de Estela Livingston

Francisco Javier de Amore Hortu, 2000

.

Texto de la sobrecubierta

¿Vencen o conducen los absolutos hoy al hombre?, que sin la contención interior y exterior afectiva necesaria tantas veces parece sucumbir.

¿Logran escapar a éstos? proclamando otro tipo de absolutos relacionados a existencialidad y mayor exterioridad; que atribuyendo a sus fines seguridad y rindiendo culto al dinero, modas y éxitos, multiplican ídolos de hedonismo planetario, tal vez necesarios.

Viejos y siempre nuevos horizontes morales al que podrían arribar como premio los esfuerzos.

Exasperados los unos y laxos los otros, de antiguos y nuevos absolutos millones intentan escapar; a muerte que amenaza traspasarlos con locura o con nada existencial.
Una y otra, tras abismos, paradojal.

Los que en elevación de esfuerzos alcanzan muerte siguiendo de locura su éxtasis medular, pudieran resuscitar tras armonizar en naturaleza y afectos su transitiva e inevitable esquizofrenia. Que tras estigmas se les revelarán absolutos relativos a mayor identidad.

Trabajos corporales simples; cercanía y permanencia afectiva (no necesariamente juntura), son reclamados por igual.

Quienes hacen este reclamo y quienes lo asisten, son los vientos y cimientos, del hombre que resucitando, en manifestación sensible en su cuerpo advierte.

Estos textos, que de esquizofrenia refieren tras penurias, pudieran acercar imaginario, contención interior, aprecio de alientos y mínima identificación, a aquellos enfrentados a cordura.

Que en grandes fracturas, abismos personalísimos son dables en cuerpo, alma, cimiento y savia, de hospedar.

 

Advertencias a este "rompecabezas" de la locura en el alma, desparramando al inicio mil piezas, que luego lector que busque sorpresas, si escindido y con fracturas, tal vez atisbe en su propia cosmovisión a identificar.

Los textos se abalanzan sobre el lector regalando un pathos mínimo comparable al que se soporta infinitamente más crecido en los arranques de cualquier locura. Por tanto, sin crecidos campos patenciales y/o criterios fenomenológicos en extremo cultivados, resultan tarea de imposible digestión.

Los primeros treinta ejemplares fueron impresos sin mayores cambios.

A partir del ejemplar 31 fuí resaltando diferencias entre espíritu y E-Go;

entre lo vincular y lo parental;

entre trascendencia e inmanencia;

entre mar y monte.

Y que a diez meses del comienzo, ya en el ej. 59, estimo más contrastadas.

 

Correlatos a dos décadas de bloqueo y

beneficios únicos de edición eremítica.

 

Hecho el depósito ley 11.723

 

pro logos

.

A Julieta, amor y musa entrañable;

a nuestros hijos amados;

a nuestros padres y hermanos

en el cuerpo y en el alma

y a tantos abuelos silenciosos, cuya savia me ha descendido a estos valles

alcanzando contención de identidad

 

Tal vez sea dable imaginar, cuántas observaciones y tiempo conlleva, limpiar restos recuperados después de 20 años de estar sumergidos en el lodo, de estigmas y creencias de tan ajenas como acreditadas previsualizaciones.

Hube en estos meses, sacando verdín y crustáceos, de pulir y acentuar algunas aristas en procura de facilitar accesos más nítidos, tras dificultades compatibles con corduras en Psijé.

No hay ciencia, sin discernimiento. Y éste, el más profundo, implica transitar por abismos de escisión. Que luego obrando, por décadas se armonizarán.

Desde esquizofrenia esdrújula intento discernir cosmovisión de otra esencia; opuesta y complementaria a Psijé. De ésta ya ha sido Eros señalada; que en nuestras desestructuradas circunstancias se develó, aunque siempre callado, como arcano E-Go; con sensible entidad corporal y cimiento en amor propio en extremo contenido. Siempre velado por Psijé; tan sólo develándose luego de dolor extremo, tras patenciar muerte en desgarro de sus afectos. Sin duda, esos mismos, nuestros.

Y tras “corolario” develándose mucho más sensible, sentido y profundo, que si de un Ello fuera dable ver brotar.

 

Psijé, el espíritu que sopla, alienta y trasciende al parecer todas las esencias, no puede impedir frente a la muerte que aflore finalmente lo inmanente en nos; y de mil formas nos cimiente, nos irrigue y silencioso, sea “res” medular; carne sensible, en más que un eurístico presente.

Nunca fue río de llanura, sino de montaña torrente congelado por donde hube de salir. Estas hebras frías, también ellas por años congeladas, afloraron después de sentir el carácter de mis terruños. Decenas de miles de años tierras habitadas e irrigadas merced a este profundo río interior.

 

Hace más de tres décadas hubo el espíritu de advertir ya no florecía en mí su seducción. Me fue secando y por éxtasis en candelas de locura me hizo transitar. Perdí mi hogar; toda estima, incluída la propia; y me hospedó tan sólo soledad. Aquí florecieron estos guiños del habla, del cuerpo, del alma.

 

Guiños del habla, del cuerpo, del alma

.

Al comienzo hizo Dios el Universo.

Y lo único que pudo hacer el Hombre fue llorar. A no más de comenzar, pariendo su Vida; o lo que habían preparado para él.

Cuántas veces nacemos de nuevo; y cuánto nos cuesta pararnos, antes de empezar lentamente a marchar.

Mucho más difícil aun, hablar de lo más hondo,abismal, velado; develado y vuelto a velar.

El lenguaje no ha cesado de alzarse, de asegurarse alto como Babel; borrando huellas que movieron su nacer y que alguna vez pudieron responder con sensibles reflejos a estas vivencias.

La sinceridad interior, por el contrario, ha buscado refugiarse donde ha podido; siempre más hondo; tanto más oscuro.

Cuando le faltaron caricias, luego de llorar océanos, se refugió en campo de soledad; y allí, sus guías íntimas le ayudaron a construir humilladero.

Atrás habían quedado todos sus seres queridos.

Afortunado fue tras el viaje a la China, de aparecer a pocos kilómetros de su antiguo hogar; también él destruido.

Han pasado veinte años. Y he permanecido fiel como he podido a los viejos y nuevos amores, como mandan destinos.

¿Y cómo mandan; o cómo acompañan más allá de la fatalidad. Y quiénes fueran éstos que tejen destinos?

Ha de ser pregunta tan vieja como el Hombre. Siempre a responder después de sostenido des-amor.

Pasados tantos años, no se me ocurriría hablar de culpas. Sí, por el contrario, de estos tejidos que en mi conciencia, o váya a saber dónde, se han urdido y pudieran descubrir aquellos viejos ámbitos donde la vida florece desde siempre en abismos.

Aun cuando estas lecturas sólo pudieran ser propicias a hombres viejos, aislados, con pasados de picapiedras, no he podido tras veinte años restarme deseos de dar paso a relatos;s umergiéndome de a ratos en aquellos abismos del habla que siento atesoradores tránsitos de la identidad. Reflejando sacrificios cuyas huellas se encriptan en las voces primigenias.

Tanto se ha hablado y tantos se inspiraron ya con ellas, que de la mano de vivencias de gnósticos y locos me dejo llevar, pues en ambos reconózcome un poco. Sintiendo, cómo, de estos ánimos me valgo para bucear en los laberintos de Babel, tratando de sentir las pulsiones de sus erarios.

 

Enraizando en las voces “arquetipo colectivo, arquetipo personal, alma, anima, ánimus, espíritu, gr. thümos, gr. spoude, gr. psijé, esse, ser, self, ego, noi, gr. nous, númen”, sus desarrollos en pronominación de esencias y entidades; que en tan sólo sus dos primeros siglos en filología europea hacen eclosión deslumbradora.

Así como en las voces gr. prosopon, máscara, persona; gr. daimon, gr. Tragodion, cordero degollado, interioridad, internalización, introyección, imagen, fantasía, fantasma, gnosis, conocimiento, comprehensión, sol, soledad, sabiduría, sensorial, intelectual, conciente, inconciente, gr. empeiria, empírico, experiencial, empático, simpático, dispático, vivencial, necesitado, considerado, crítico, literalizado, fenomenal, fenoménico, fenomenológico”;

en cada una de ellas encontrando tanta extrema sobrecarga de contenidos y participaciones que me reclaman una y otra vez aproximar, ceñir, descartar y apropiar elecciones y caricias, buscando develar en sensible azar sus fuentes.

Buceando en ontologías, que apuntando tanto más al habla que al lenguaje, intenten rescatar lo más emparentado con sus tramas primigenias y con nuestras vivencias.

Reflejos que abundan en raíces indoeuropeas, regalando indicios siempre sugestivos para estos empeños.

Si no buceamoscon renovada y acariciada fianza en los cimientos del habla y no rescatamos aquí algo de sus patenciados tejidos, dejaríamos tal vez olvidada un área muy rica de reflejos para fenomenología y más honda hermenéutica.

Si hay un territorio creativo donde descubrir, fundar y expresar algo de las vivencias del alma, es en estos recordatorios. El primer relato de lo insondable e indecible, es monosilábico.

Se me tildará de uso y de sentido traslativo impropio; de catacresis impía de largas tradiciones filosóficas, sicológicas, fenomenológicas y lingüísticas.

Pero de hecho, si no me doy a ello, mejor me callo. Porque no sabría como originar.

El sentido traslativo en sus manifestaciones más primarias ha sido siempre, desde la más simple interjección, la fuente de creación de todos los lenguajes.

El habla nace del asombro y del llanto. Y su manifestación primaria es viento en el hombre. Repito, no imagino erario más discreto y profundo que el habla en cualquiera de sus manifestaciones: vivas o "muertas". Que no se diferencian primigenias.

 

He pasado dos décadas sin leer un sólo libro. Y ésto es sin duda, "vivencia" con mayúscula, para hoy tratar de "ex-perienciar".

Pero a la gentileza de un amigo, al ofrecerme un libro que encontrara abandonado en la calle al azar, debo estas primeras lecturas. Que tras haberme suscitado fuerte correlato, comparto así con mucho aprecio.

A estos interesantes escritos sobre el alma de James Hillman debo: a su cultura, precisión y brevedad, estos estímulos.

Y tantas vivencias deseosas me son de relatar, que me detendré un momento, en esto de las "vivencias".

Es curioso que ingleses y franceses refieran de ellas como "living experiences" o "experiences vecues"; cuando para ser más preciso, este privilegio de las vivencias habla de algo que se me regala con tanta resolución de intimidad y tan particular atención flotante preconciente, que de transporte a un "ex", o a participio pasado "vecue", no vislumbro nada.

Parecido fenómeno de desafinación refleja asimilar "gr. empeiria", a "experiencia". Lo empírico, por esta misma raíz, gana a la experiencia en anticipo de intimidad.

La "empeiria griega " habla de transporte interior; lo que importa el alma. La "experiencia", de transporte exterior; lo que se exporta desde ella.

No hacer hincapié en estas diferencias, implica desafinar en cosas demasiado sutiles, que nunca dan luz con tanta prisa.

No entiendo cómo culturas enteras lo pasan por alto. Ese ex y ese vecue me impiden conexión vital; que existencialistas o como se llamen, tal vez un día resolverán en sus lexicografías.

Discernimientos primarios que reflejan la dificultad o la falta de empatía con que pueden, en prolongadas estancias afectivas, "algunas vivencias" ser hospedadas. Pues sólo al envolvernos gestan en nosotros su presente de atracción originaria. Camino tal vez de larguísimo anticipo, antes de arribar a los transportes de una simpatía.

 

Alguna que otra vida soleada pudiera envuelta, plena de vivencias en toda su atmósfera, no tener ni previsto, ni mucho menos asegurado, su transporte al exterior.

Esa misma inasibilidad que tanto pudiera afectar, conmover y aun con dificultad atesorar nuestra sensibilidad más íntima, a una "existencialidad" abisma.

A un existencialismo pudiera resultar ajena cuando no enajenante, el mismo comienzo del hospedaje de algunas vivencias con la desajustada y aún prolongada mirada de un Dante, cuando nos dice: "por mi se va al abismo del tormento fiero".

Aun así, es mucho más fácil leer a Dante, que intentar con mi rompecabezas patenciar correlatos.

Los primeros diálogos directos entre el hombre y lo que brota del alma se dan, después de morir, renaciendo en balbuceos.

Y aquí mismo un día lejano se advierte, la radical diferencia entre las oscuras vivencias de carácter inmanente asistiendo en silencio desde savia de E-Go, de aquellas otras trascendentes que caben con mayor visible frecuencia, de variados excesos de Psijé.

Relatos de historias que pasando por tormentos, bien pudieran tras mucho sol, ser otras. Las prisas no logran sino facilitar su descalificación. La de aquellos que miran sin transitar. Aquellos que medican para bloquear, a solicitud de sus desconcertados familiares.

Y así intentan retornar a los locos a un ayer aun más imposible, bloqueando el éxtasis medular, que cabe un día reconocer fuera su salida. Y cuya dinámica interna conlleva pasajes que no son para relatar por muchísimos años.

Su descalabrada condición externa podría algún día merecer, tras pasar restauraciones, otro tipo de consideraciones.

En primer lugar, que ninguna transferencia en este punto es dable; ni hasta hoy, más allá de impregnaciones, ha sido imaginable sino como metáfora.

Cuanto más se expande el cimiento fenomenológico crítico y "empírico", más atisba la conciencia a intuir la materia de estos abismos. Que los observadores menos dispuestos analizan en términos de: "frustraciones" de la existencia.

Aun conservan los chinos en su repertorio de claves con los que luego gestan sus increíbles construcciones ideográficas, la clave del abismo y la más honda y diferenciada clave del hombre "morando" en ellos, (ver antiguo Diccionario Guignes).

Una mirada de mayor atención a este matraz vital y mortal de tensiones y oportunidades íntimas; de presentes y asistencias organizándose más allá de la conciencia, camino de lo que a todas luces parece una fatalidad, nos obliga a recomponer los espacios que en tantas consideraciones tuvo desde siempre en el lenguaje, el contenido de la palabra EX-sistencia.

Para que así crezca espontánea y por contraste, la patencia de los sentimientos que descubre la IN sistencia; la CON sistencia; la RE sistencia; la PER sistencia; la SUB sistencia; DE sistencia y A sistencia; que tantas veces frustran los celebrados carriles de la EX sistencia.

Pero fabricarse economías con el pretexto de evitar estas frustraciones, es cerrar los amplios caminos que descubren a E-Go y al espíritu en el alma en diálogo hermético, tenaz y no por ello en estas tramas tan oportunas como tensionadas, menos apropiado.

A estas preposiciones, el "sistere" latino y el "istor" homérico les dan raíz que potencia y califica "los esfuerzos en todas sus elevaciones"; pues a eso mismo ambas raíces sosteniendo avalan.

Cualquiera de ellas supera en sus reflejos, por consideración de carácter y coherencia de las dificultades del Yo, a cualquier EX del sistere.

Y en cualquiera de ellas, la raíz eleva contenidos cargados de lo más íntimo; tanto más alzado, del esfuerzo más sentido, atraído y obligado. Que sólo luego la EX sistencia supondrá valorados en su mostrar, comparar, analizar y celebrar.

Celebración de imagen, siempre licuada de aquellos sacrificios que la atención de las otras no admitiría.

El que conciente o inconciente sienta empatía por estos territorios, cuando se encienden advertirá, que eso que llamo E-Go conforma ajustado meollo; al que busca iluminar esta consideración de aquellas “preposiciones” que califican la irreductible aspiración, que un día al Yo, en sistere embriagador, desde el alma, espíritu revestido de arquetipo arroba; resaltando una vez más y siempre, el valor de la elevación a través de los esfuerzos; sacrificando su EX sistir; y unas cuantas cosas más.

En las ajustadas empatías que hospedan estas preposiciones también es fácil advertir, que el tema de "conciente" o "inconciente" está aquí en la peor situación para ser discernido. Tentado por espíritu, querrá el Yo dirimir su esfuerzo. Luego, más que probable, decida en éxtasis continuar con él, en atención cada vez más íntima y superlativa.

Para ello, los marcos de conciencia se organizan persiguiendo agotadora supuesta responsabilidad. Y en callado E-Go, metiendo presión en cuerpo y alma. Y en ella, el espíritu revistiéndose de arquetipo; en tanto, el Yo en delirio. Y ambos, en empinada cuesta. Hasta que un día ¡oh dichosa ventura!, noche oscura mediante, cesó todo, dejando su cuidado entre las azucenas olvidado.

De hecho un día cesa la más incierta vorágine de descalabros psíquicos intimísimos e intensísimos, que se pueda en vida alguna describir.

Llega la hora de reparar los techos del hogar. Afuera llueve y adentro también.

Ya los vientos del espíritu, habiendo hecho su trabajo desestructurador, aprecian poder reafirmar su carácter "personal" como arquetipo. Y desde semejante fuente de identidad, iluminan las mañanas de este destruído por completo Yo. Y comienzan a construir su morada "sensible", en él.

Nunca estuvo el Yo solo. Nunca más acompañado. Nunca más obvio, que "alguien" provoca, enloquece y por abismo guía.

Y este abismo tiene más que intenciones múltiples. Una de ellas, que nadie, ni Virgilio haga de guía.

Por más que éste con precisión de guía diga: "con el espíritu sacaremos el fuego oculto en el alma de la piedra".

Virgilio queda afuera esperando en el mejor de los casos, dónde ver a su amigo en abismo renacer.

Ni lo verá por largo tiempo. Ni descenderá a su abismo.

 

Ya es innecesario decir, que hemos comenzado de lleno patenciando en desestructurado relato formidables dispatías, que luego, descalabros mediante, arriban a esquizofrenia.

De aquí en más, es de la mano de madre fortuna, madre mística, abuelita, espíritu santo, Albedo, Aurora, (bastante más que mariposa o palomica), todos nombres del espíritu en el alma; y de E-Go profundo, (así llamo a mis tripas); de sus capitales de gracias, que pueden así alcanzar estas criaturas, entrañables y prolongadísimos desarrollos de armonización.

Son como dice Jung, los lugares más luminosos en estos temas de ego, del alma, de los arquetipos, de los espíritus y sus manifestaciones más sentidas en los ánimos, que para asistir lo suscitado en Psijé, se regalan y afloran en estos abismos; mucho más allá de las presencias montañosas habituales del subiectum.

Por muchos años aparecerá abiectum. Luego aprenderá despacito a obrar; con afectividad, espontaneidad y privacidad. Nutriendo camino poético; ahora en el sentido primigenio que regala la voz gr. poieo. No en versos. Sino en trabajo corporal, afectivo, simple, pleno.

Su cuerpo, un día descubrirá templo.

Y recordará, para reencontrar cada día esa plenitud, que cuanto más sobrenatural sienta se lo asiste, tanto más natural intentará vivir.

Logos, luz que luce sólo allí; siempre en abismos de identidad. Haciéndose sentir como agua acariciando sutil; hinchando su carne más allá de su piel.

Ver: sanscrito y gr soma, pág.153.

Y para hacer más claro ésto de la identidad: rescatando el sentido primigenio de la palabra gr. “logoi” tal como aparece tres veces en la obra homérica, refiriendo de "las candelas que iluminaban el altar homérico".

Y este altar: “el corazón del Hombre”. Así logos y fuente de la locura: una y la misma cosa. Ombligo de su éxtasis.

Imposible entrar en estos territorios a tallar sin meterse en el capullo de cada voz; de cada palabra.

Y como mi conciencia de E-Go es esquizofrénica; esto es, escindida; separo la E vocal que asiste el presente, de la profunda gutural que interjeccional responde pulsional frente al asombro; de tan pujante metafísico pathos.

En vasco, go go, se descubre redoblada.

 

Es en la personalidad conciente de ego donde Jung localiza nuestra más oscura mácula ("spot").

"Sol", imagen alquímica de conciencia de ego es en sí misma "cuerpo oscuro".

La personalidad conciente es relativamente constante. Aunque a veces sujeta a emergencias de proyecciones intrapsíquicas. Sin embargo, y debido a sus constancias, éstas que el ego llama sus actitudes, decisiones y posiciones, resultan proyecciones extradurables; su misma constancia haciéndolas adicionalmente opacas e impidiéndonos ver a través de ellas.

Es en esa pequeña mácula ("spot") opaca, donde deberemos preguntar por el más propio inconciente.

Concluye Jung:

"La verdadera materia prima es ego"

 

El alma tiene cimiento en E-Go; pero su aparecer, su erscheinung, es don exclusivo del espíritu que se ventila en ella.

De la relación alma-ánimo, Hillman señalaba: Alma y ánimo, pertenecen ambos, sin duda, al material que viene a la luz en la esquizofrenia.

Estos asertos no aseguran demasiado sobre el develamiento que se puede hospedar del relato de un esquizofrénico, como aquí se advierte.

La irrupción del arquetipo es por de pronto, en forma elemental y paupérrima, mentable; pero váya Ud a saber, si pudiera también ser co-mentable; una vez que más allá de la inicial locura, empieza a mutar y descubrir su identidad personalísima. Pero más acá de comentario, por aquí a salir se empieza.

 

De Tetis, la diosa de lo indecible, una de las pocas preolímpicas oceánicas sobrevivientes, quien intervino para rescatar a Dionisios del fondo del océano donde había sido arrojado por su padre... y permítanme esta disgresión: ya ésto del padre no me lo creo. Un día nos enteraremos cuántas facturas le pasa el "espíritu santo" al padre natural, a cargo de la deseable “unidad” de esta santísima trinidad, grabándolas cada día en su alma.

Volviendo a Tetis: decían los antiguos que casarse con ella era peligrosísimo.

Hablar de ella, después de tantos milenios de hablar "con" ella, pudiera resultar sencillo en conversación íntima.

¿Cuán íntima, y por cuánto tiempo?.

Ya cada uno se enterará.

En esa conversación se lavan nuestras ropas;y se aprende a ser discreto.

Esta Tetis, es nuestra madre del Alba. “Nuestro” espíritu santo; bien alojado en nuestra alma; y ahora también en la parte superior de nuestro cuerpo.

Que cuerpo y alma, cosa y fenómeno, a pesar de Kant, ahora se dan la mano.

 

Empírico, fenomenológico, o como quieran; el sentir más elemental de estos abismos empieza empático por el mayor hospedaje que regala la esquizofrenia, más allá de los un día terribles, luego dulces sacrificios; y todas sus transitadas dispatías.

Psijé, el soplo del espíritu, más allá del “toque en el alma” inicial, nos alcanza un día a acariciar, restructurar, animar y hacerse en muy “particular” medida, conciente.

Tal particularidad resultará incomunicable como relato. Salvo que algún curioso lo intente, para descubrirlo primero tensionado, luego bloqueado, desestructurado, enajenado, despersonalizado, internalizado.

Así, en las latitudes de esquizofrenia se advierten alteraciones de los ejes diferenciadores: conciente e inconciente.

Tan patente se hace con el tiempo este inconciente, que no tiene sentido en tal coyuntura seguir llamándolo así.

Abierto el inconciente, es amén de hondo, mucho más orientador que los sostenes anteriores de la conciencia. Ya no es sólo mental, sino sensible corporal.

Ésto resalta aun más la elemental diferencia entre vivencia y experiencia. Esta inestimable empatía corporal tan vivenciadora no apunta a conciencia experiencial, sino a conciencia íntima.

No se resuelve en relato. Sino enriqueciendo azar y guías en trabajo.

La misma líbido conocerá más allá de los reconocidos ámbitos freudianos, aquellos que pudieran mejor sentirse en los límites del elán vital junguiano.

Todas las secreciones que se vierten gota a gota: como la voz homérica leibo recuerda, participan la cuestión. En particular las lágrimas. Que en estos tiempos sobreabundan. Y que aun saliendo impulsadas por el espíritu, alcanzan sin la menor duda a empapar a E-Go profundo, regando su propio cimiento e inestimable savia.

Este elán vital alcanza no sólo al Hombre. La escisión esquizofrénica, desde el espíritu en el alma apuntando a E-Go, es diluvio que inunda los suelos del arca.

Extraordinarios excesos de la indudable trascendencia de Psijé.

 

Sacar algo en limpio de una desestructuración hasta tanto no se haya recuperado y redoblado identidad, resultará por completo imposible.

Aún después de décadas es probable que resulte indigerible su relato.

La alteración de cosmovisión es por completo paradojal.

 

En los primeros años será en trabajos muy sencillos donde descubrir a este Hombrecito. Muy pequeño; alelado; lleno de inocencia. En nada correspondiendo a esperada existencialidad.

Un lejano día, afectivo, espontáneo y lleno de privacidad, podrá comenzar a expresarse sin tanta dificultad.

En esta pequeñez, su privacidad deberá estar en extremo resguardada.

No imagino esta situación en localizaciones urbanas. No veo en ellas marcos de contención alguna para criatura en tan lamentable estado. Tampoco en una comunidad terapéutica. Allí, definitivamente: “imposible”.

En la armonización de la esquizofrenia, el Yo, o lo que quedó visible de él, no acepta ser analizado; ni siquiera observado. Las relaciones que van del Ello al super YO, ya no cumplen en responder a lo esperado en esta intelectualización.

Su relación con el espíritu alojado en su alma, y “manifestándose sensible en su cuerpo”, comenzará un lejano día a dar pruebas de facilitar recuperación de espontaneidad; en marcos, repito, de altísima privacidad y afectividad.

Y esa recuperación le cierra al Hombre, la ilusión de un Yo como el anterior; por lo nuevo paradojal revelado en su soporte corporal.

Por ello, tan saturado y confundido de vivencias, no puede en adición soportar ser cuestionado, analizado u observado.

Tiene todavía por delante un largo proceso de aceptación, armonización y entrenamiento, en relaciones que un día serán crecientes en espontaneidad.

Mucho por sentir y afirmar de su confianza y naturalidad.

No podrá responder a pregunta que tenga que ver con futuro alguno.

Le estará vedado asimismo, hacer pregunta alguna al espíritu que se aloja en su alma. No importa de qué tenor fuera el interrogante.

Por supuesto ésto ya excede con creces los límites de los “pares junguianos”; esas disposiciones que señala en su teoría de las funciones psíquicas. Aunque éstos se descubran de muchas formas presentes y coherentes en vastos territorios asistidos desde el alma.

Ocultos, opuestos y complementarios los de E-Go. En nada síquicos. Pues no son “viento”.

Los aspectos de su concientización no son sólo intuitivos-perceptivos, intelectivos- sensibles, sino que por su localización concreta en el cuerpo esquizofrénico, son sensibles y se manifiestan en caricia corporal concreta, inmediata. En tanto, lo intelectivo pudiera demorar días en entregarse con rica coherencia.

Algo más que intelectiva, la tarea desfragmentadora abre también lugar en el cuerpo a E-Go profundo.

 

La intuición, a la que llamo “pensamiento fugaz”, alcanza a gestar ámbitos de confianza y entrega plenos; conllevando fuerte animosidad sobre aspectos intelectivos a veces primarios.

Tal vorágine de riqueza no demora en instalarse activa, por esta misma confianza con que busca hospedarse.

Lo que antes llamábamos Yo, está ahora tan asistido, que después de 20 años no advierto qué función cumpliría en esquizofrenia este pronombre tan sonante regodeado en autosuficiencia.

Las marcos semánticos que hoy caben a las voces “sicótico y sicópata”, esperan renovados desarrollos hermenéuticos, fenomenología de por medio, para devolverles mucho más ajustada y primigenia hondura.

La autoestima depende ahora de esa caricia corporal que con distintos grados de plenitud acaricia nuestro rostro, y partes superiores del cuerpo; caricia ésta viniendo de espíritu; el resto inferior viniendo de E-Go.

Tales patencias sustituyen en buen grado lo que antes llamábamos autoestima. Tal “auto”-estima, ya nunca más está sola. Lo de “auto” ya no cabe.

Aunque ésto no entre en la cabeza de nadie, no tengo otra forma de presentarlo. Cuanto más breve y directo sea el abordaje, mejor. Menos vueltas.

Aun así, mucho habré de reiterarlas.

 

Respecto de los demorados abordajes intelectivos, las respuestas a cuestiones técnicas o muy concretas de su devenir inmediato, las encontrará casi siempre en natural descanso. Echándose a dormir. Ya no habrá por mucho tiempo, tarea intelectual alguna.

De esta manera, el espíritu lo introduce de lleno en las patencias inmediatas que de la vida tienen todos los niños.

Sólo se trata de asistir con la mayor afectividad, espontaneidad y privacidad, el más simple presente.

Así todo su devenir se revelará de continuo eurístico. ¿Qué decir de lo que llamábamos “conciencia”? Asistiendo el cuerpo, tan asistente.

Por cierto que pensáis y os afligis. Pero ningún proceso crítico tendrá lugar, repito, en reflexión o sesudo análisis.

Hablar y escribir sin mirar para atrás y sin demoras. Luego de escribir tendrá oportunidad de ponerse a pensar un poquito, si le viene en gana. Pero repito, el enfoque más sesudo estará reemplazado por pensamientos fugaces que harán por él las guias necesarias.

Aquel: ”yo no busco, encuentro” de Picasso, será moneda corriente.

De cualquier manera, un resto de autoestima le invitará a afirmarse, cuidando la salud vibrante de ese niño con simple y natural comportamiento. Dependerá de ello. No de médicos; ni de medicamentos; ni de infusiones.

Un día muy lejano tal vez recordará aquello de Lope: "este niño atán garrido, se lleva la flor, que los otros no".

A ésto pudiera llegar en 100 años.

Restallando imágenes del rompecabezas, tomo un bocadillo de Hillman, aquel que dice: "vayamos al literal, encrustado, senecto anciano sabio".

Cuando hablaba del “Sol” como imagen alquímica, recordaba por mi parte aquel aserto del sabio árabe que decía:

"el hombre más sabio es aquel que está solo en el desierto con los sesos calcinados por el sol".

Al que por mi parte agrego:

"calcinados por el sol de la soledad".

La sabiduría, pagado este precio, va naturalmente bastante más allá de la relación dogmática que le asigna Hillman a ese pobre viejo.

De hecho, su conducir, su doceo, su doxa más profunda es intransferible en casi todos los términos.

Despide Hillman al viejito al que le atribuía afán pleno de integrarse en unidad; y continúa así:

"Uno", no es sin embargo, un número. El primer número es "Dos", y con su multiplicidad "comienza la realidad ".

Nos hace favor para comentar, que el suscitado Psijé no siempre es de un mismo espíritu. En algún momento, y con los años, "otro" comienza a ejercitar su presencia; y con amorosos aleteos pudiera desplazar a segundo plano al primero. Mar revuelto, que gracias a este revoltijo, o syzygy, entrego.

A buena prisa hemos armado suficiente descalabro como para ordenar un poco la cosa. Estad tranquilos: se trata como siempre, de uno más de los mil soplos de algún espíritu: “repentinas egresiones de proyecciones intrapsíquicas”, no sólo bloqueando acceso a la materia prima: el cuerpo oscuro de ego. También tratando celoso de ventilar y dar curso a su presencia.

Era imprescindible vivir sintiendo un sólo espíritu en aquel momento del renacer. Espíritu que sobrevivía más allá de purgatorios o infiernos en forma de espíritu santo, Madre mística del Alba, Albedo, o abuelita.

Ahora, con dos, ya se contrasta e ilumina otra cosmovisión; distinta a la virginal que pudiéramos tener de Psijé.

Por ello, enterado de que pudiera no haber nadie en el infierno, propongo buscarlo en esquizofrenia.

Sin este “dos”, como dice Jung, nada tendría para decir alrededor del alma. (ver pág. 107, CW9, ii, 20ff)

En estas avanzadas tan fuertes como breves, intentamos remover algunas costras en la cosmovisión del alma, y en el lenguaje; que por más paciencia que hayan puesto Jung y Hillman, tampoco ellos, sin la empatía de una propia y larga esquizofrenia, encontraron camino crítico, ni mucho menos eurístico, para removerlas.

Debo destacar la lectura que en estos días acabo de hacer del artículo de David Miller publicado en Spring 72 sobre Aqueloo y la mariposa, que comentaré más adelante.

Su configuración crítica es excelente. Aun así, los campos miméticos que conforman en los aun no nacidos “hijitos del Alba” diluvios de fenómenos eurísticos en toda la línea, son anticipo necesario de un cambio, de un lavaje que sobrevendrá al nacer, para limpiarlos de toda mirada crítica anterior, en particular, las más cultivadas.

Allí los críticos sólo discernirán sobre la predisposición de aquellos que parecen tener: "ojo dulce, mirada repentina, para un mundo estremecido;más allá de su misma apariencia". Vicente Aleixandre.

 

La experiencia del Alba que cuenta en el logos previo, si bien mimética, no es experiencial. Sólo vivencial, abismal y fenomenal. Ni siquiera fenoménica.

El alelamiento no permite en este nivel imaginarlos instalados en campo fenoménico alguno.

Querer reproducir esta vivencia en términos fenomenológicos, responde siempre a un deseo de la mayor pretensión. Aunque asistido en este caso, con la mayor paciencia y cultivada prudencia. Mérito de ambos.

De la lectura de Hillman y ahora la de Miller, que reitero, son las primeras que realizo en 20 años, me ha conquistado, a más de sentir el placer de su cultura y profundidad, sus cuidadosos pasos para tanto discernimiento.

Supongo que pasados estos 28 años que me separan de su publicación, puedo con sentido aprecio y respeto a ambos, señalar en cualquier mirada crítica, fenomenología incluida, la imposibilidad de "cruzar" estos abismos propios de locura.

Descartando, que aun bordeando o sobrevolando como decía Nietzsche el abismo, se pueda sentir lo que pasó; y lo que pasa "desde la otra ribera".

Nadie cruzaría estos abismos para ver lo que se siente. Y quien por accidente siempre lleno de infortunio los haya cruzado, imagino se tomará décadas antes de hacer mayores comentarios.

A mí me tocó llegar a él, pegando con la cabeza en una piedra, hasta que una musa muy inspirada me hizo cruzar de un puntapié. Quedé maltrecho; y de eso me sobran testigos.

No me he de detener en estos relatos. No es temor de caer en sentimentalismos, que a Hillman un poco fastidian.

El camino de cualquiera de ellos puede resultar tan intransferible en esta brevedad, que mejor volvamos por ahora adonde dejamos a E-Go.

Habíamos observado el aprecio con que E-Go pudiera con tozudez y amor propio, sufriendo, descubrirse. En particular, reflejado en aquellas preposiciones que apuntan a elevar íntimo esfuerzo.

Y en soledad es de imaginar, no resulta difícil comprender, que hubiera diálogo tenaz bastante opaco y tironeo no muy aclarado. Esta situación es fácil de visualizar en un cuerdo. Pues en un loco es lo mismo. A excepción de un tiempo intermedio, mientras se cruza ese abismo, en donde ni el Yo, ni nadie que lo observe puede imaginar dónde está parado, ni a dónde va; pues como dijimos, las preguntas ya no caben.

En imagen, antes que cruzar, cabe señalar en la voz gr. meta-ballo, la providencia de ser arrojado, de ser instalado en él. Que en lugar de descenso, caben en éxtasis a estos abismales "océanos": ascensos.

Alejados por completo de todo vacío. Para luego descender de ellos, buscando cercanía a nuestros afectos concretos terrenales.

 

Estos pasajes conllevan un buen baño en fuentes de entrañable identidad; en mi caso: marital.

De estos altos océanos Kazantzakis nos decía: "la vida humana es comparable a un océano de sangre, ... donde se bañan nuestros ancestros".

Me faltan todo tipo de referencias para estimar que ésto pueda ser narrado sin más trámite, a alguien con menos discernimiento y paciencia que un Hillman. Quien en el mejor de los casos, estimo lo tomaría con pinzas.

Por abundante que pudiera ser la materia crítica fenomenológica, en principio, accedo desde mis empeirias.

Por su parte, la hermenéutica, aunque oportuna y propicia, opera en bandas develadoras muy estrechas; siempre miméticas. Y aunque sus tránsitos preceden a poco los vivenciales, en un momento dado somos llamados a acabar con todas estas tareas.

El nigro nigrum nigredo se hace cada vez más negro; y los pertrechos, que el espíritu en el alma envía para embriagar al Yo, los habrá de perder todos.

Este Yo subsistirá hasta que pierda por completo su cabeza.

Pronto advertirá que ni su cabeza, ni su cuerpo son tan sólo suyos.

En la vinculación con una fenomenología empírica no tengo otro bagaje que algunas expresiones que poco exhibo.

No me refiero a estos relatos; sino a mi vida y a mitrabajo.

Pero imagino que el descenso a una realización personal en un sentido ahora muchísimo más complicado, relevando el carácter y coherencia de lo obrado, el lugar habitado y los afectos estanciados en semejante más allá de tantos descalabros; sin contactos con profesionales médicos; ni medicamentos; ni cofradía; ni comunidad; ni libros; ni conferencias; ni viaje alguno, durante 20 años, sin interrupción de continuidad vivencial y experiencial; abren y facilitan de alguna forma, este intento de reconstrucción dia-léctica; en un sentido profundo y no menos espontáneo, "dia-logado": a través de logos; a través de abismo iluminado.

Como vivencia, le toca descender en un largo y aun no concluído traspaso. Traspaso a la materia; a los afectos primarios; al hogar, al terruño.

Sin los cuales ningún traspaso dialéctico tendría, ni posibilidad, ni sentido.

Como experiencia no me cabe preguntar ni por qué, ni cómo, ni cuándo he de expresarlo.

Ello, cuando me fuera oportuno: Y más allá de que me venga en gana, me fuera este deseo concedido.

Darse a observar estas situaciones sin extraordinaria empatía, sólo puede confundir; y a los más instruidos en ciencias y demás leyes, aterrorizar.

A ellos cabe mirar de costado.

En sicoterapia, las impregnaciones amenazan ventilar adicionales naufragios. Ninguna transferencia ha permitido cruzar abismos y “morar” en ellos. Aun impregnado, de todas formas, cada abismo es personalísimo.

Recuerdo a Heráclito, otra especie no catalogada de muy particular anciano sabio con mucho "sol" encima, cuando decía: füsis kruptestai filei, que traduzco por: "las fuentes de la vida aman ocultarse".

Porque de revelaciones tantos se confundirían, que si a Galileo desearon verlo muerto, por sólo hablar de cambiar el planeta de su centro de cosmovisión... váya la gracia de intuir al Yo rodeado de fantasmas, en marital, parental, ancestrocéntrica cosmovisión.

Lo que hasta hoy llamamos personalidad, el sujeto y sus estructuras de autocertidumbre y tanto que va de suyo, quedarían sin su presumida y asegurada osamenta. ¿Y a qué desgracias pudiera venir este cuento?

Cuando veo todas las manos que meten en cerebros y en tantas microscópicas realidades, aquellos que intentan dibujar pedacitos del Hombre desde la ciencia y sus verificables objetividades, sin otro pathos que el ojo y la razón cortantes, puestos en microscopio;

o desde el inevitable Yo y su afortunada y bien limitada conciencia;

bien puedo sentir algún deseo de concitar, al menos desde donde vivo, el respeto por caminos que dinámicos conducen igualmente a transitar entrañable esquizofrénia; que váya si un día sus logros plenan.

Y desde allí, hacer otro dibujito: de lo que pudiera ser el Hombre visto desde estos rincones del alma, y todo lo que aun más oculto que el alma le acompaña.

Aun, en tan extraña soledad y en riberas de discreta existencialidad.

Hemos llegado a un tiempo de desarrollos individuales tan presumidos, que las esquizofrenias abundarán. Y tarde o temprano muchos tendrán la oportunidad de hospedarla, "armonizarla" y después de algunas décadas, quizás oportuno comentarla.

Quieran sus relatos conformar pequeños campos de identificación que no necesiten intérpretes, ni intermediarios. Pudiendo servir de referente al que esté ya en ellos. Que sólo de afectos invisibles y entrañables sostenido, pueda un día saludar a todos sus visibles afectos, desde esta otra ribera, en cercanía.

Tal vez no sea posible recuperar juntura con los afectos primarios. Pero sí "cercanía" y "permanencia" en ella.

 

No es posible ponerse a pensar.

Ya nunca más se detendrá el pensar.

Los pensamientos serán fugaces.

Pero no estará solo en ésto del pensar.

En la patencia concreta que regalan estos refugios de la esquizofrenia, aun en relativa soledad, con marco de afecto discreto y sostenido que favorece su espontaneidad y privacidad, un día logra armonizar su vida.

Jung destaca su valor para iluminar ciertos oscuros temas. No obstante, mucho más importante para ésquizofrénico, su particular discreción; al par que sentir en los éxtasis del Alba de tanta locura, la confianza y deseos necesarios para resuscitar a la vida más allá de fatalidad; descender luego a cercanía de valles y asistir animoso su presente.

Antes, y en los momentos previos al cruce, en tanto sin medicación; por mística arquetípica encubierto, y así sólo un poquito discreto, bien puede sentir el éxtasis que lo lleva en dinámica de incomparable alzada. Hasta que un día todos con el loco acaban. Pág. 35 del pdf

Francisco Javier de Eitzaga Amorrortu

La viga de cruce . 1 . 2 . 3 . 4 . 5